El ciclismo no es color rosa

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Gran premio de Forli. La carrera era cosa de dos, Anquetil y Baldini. Se sabían ganadores y dueños de un pelotón. La confianza, amiga de las hazañas, les hace tomar una decisión que era para el ciclismo casi una provocación. El pacto consistió en competir sin anfetas. Anquetil ganó con una media de un kilómetro y medio inferior a años anteriores. Triunfó él y su dolor y, de paso, prometió no volver a correr sin sustancias.

Por: Esteban Cardona Arias

La soledad de Anquetil es un libro bellísimo sobre su leyenda escrito por Paul Fournel, y esta es su versión sobre el tabú de las drogas en el pelotón.

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Es una versión reveladora e incómoda y cae como anillo al dedo para estos días ciclísticos. Un tiempo que suele tornarse rosa como cada año por el Giro y esta vez, además, por una pésima noticia: el Team Manzana, nuestro equipo rosa por el mundo, desaparece.

Wilmar Paredes y Juan José Amador se salieron de las reglas  y sus dos analíticos adversos condenaron a este equipo a su desaparición. La razón: el ciclismo y sus patrocinadores no aguantan ni un resquicio para la sospecha.

Este es un golpe duro para el país y para la organización del equipo. Un grupo de personas encabezado por Luis Fernando Saldarriaga e Ignacio Vélez le apostaron hace más de una década a hacer un ciclismo ético en el ámbito de lo competitivo. Una apuesta difícil que se enmarca en la fina línea entre el ciclismo creíble y el ciclismo realizable.

Y en un deporte bajo sospecha, los limpios tienen que ser los más limpios, porque el fantasma pasado del doping cada vez se hace más presente. El estigma que parecía controlado o superado experimenta señales de recaída en el año en que los profesionales dicen “se corre más fuerte”.

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La droga -dice Fournel en su libro-  “no es una aventura individual porque es algo colectivo, y es un reflejo de su universo”. Tal vez por aceptar sus reglas, unas reglas de un sistema perverso donde se normalizó la irregularidad y la trampa se hizo costumbre, desde Anquetil, acentuado en la era Amstrong y con una Operación Puerto que dejó herido de muerte al ciclismo y de la cual, parece, se aprendió poco.  

La historia de este mayo no es tan de color rosa. A veces el ciclismo ubica al humano en la soledad de las sustancias. Como a Anquetil, los dopados se enfrentan a esa soledad conducidos por la ansiedad o la zozobra del individualismo. No es color rosa porque se extinguió ese futuro brillante que parecía, pero el dopaje impidió. “Todo está autorizado por la brigada”, dice Fournel. Hasta la normalización de un delito donde las víctimas son sus propios autores.

 

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