El 6 de junio, en el teatro del CES, se dará un ensamble entre culturas con indígenas de Valparaíso, Suroeste, y de Uveros, en Urabá, acompañados de otros artistas de la ciudad.
Jarafede Jarataburua, ¡urichao! El día es hoy, ¡escúchanos!, cantan los niños emberá. El día no es hoy; será el 6 de junio, pero promete un viaje con composiciones propias a ritmo de bullerengue, vallenato y otros ritmos colombianos. Una presentación de 45 niños indígenas de Valparaíso y del corregimiento de Uveros, que hacen parte del programa Música para la Paz.
Rakel Cadavid, quien lidera este proyecto, recuerda la primera vez que los niños de Uveros visitaron la ciudad, una mole de cemento que no se compadece con su realidad. “¡Qué micrófono tan grande!”, recuerda Rakel que dijo una niña cuando vio por primera vez un semáforo. Los otros no resistieron la tentación de probar una pizza; pero no les supo tan rica como esperaban y se quedaron mejor con los patacones.
El logro de tenerlos a todos juntos por segunda vez en la ciudad para una presentación, es el resultado de un trabajo de un poco más de tres años, en el que han visto no solo su aprendizaje en el dominio de un instrumento musical, sino que se han podido acercar a sus familias y entender su transformación a partir de la música.
Es el encuentro entre culturas, unos de las montañas del suroeste y los otros en el extremo norte de Antioquia, no importa que unos tengan la alegría del mar Caribe en su cuerpo y los otros la habilidad en sus dedos para el tejido.
“Será algo muy emocionante porque todas son canciones escritas por ellos, de mucha conciencia; las de los indígenas son canciones en español y en emberá”. Rakel, quien cierra los ojos y siente cómo esas voces le tocan cada uno de los sentidos, está dedicando la mayor parte de su tiempo y esfuerzo a este programa, en el que encontró cómo hacer que una obra social supere la acción de un día y que la vida de esa familia sea mejor. “Es ver cómo podemos enfocarnos en construir mediante nuestros dones”, concluye Rakel.
Hasta las comunidades de estos niños llega un tutor que los acompaña en el proceso de aprendizaje de los instrumentos musicales y también, gracias a internet, reciben clases adicionales por parte de una red de voluntarios de todo el mundo que se suman a la formación de estos menores que le componen a la paz.
Jua Deyau: paz en emberá.
Por: Daniel Palacio Tamayo / [email protected]