Aunque es parte importante de la vida de una mujer, no es su centro. Hoy, incluso, es necesario revisar qué se entiende por maternidad y cómo se vive. No siempre hay hijos de por medio.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]
Clara Vélez es sicóloga especialista en depresión posparto y, por esas vueltas que da el destino, cuando María, su hija, llegó a su vida, sufrió de esta condición. Hoy, habiendo superado esta experiencia, tiene mucho más conocimiento de causa y brinda su asesoría a mujeres que se enfrentan ante estas circunstancias. Con ella conversamos sobre la maternidad y el rol que desempeñan la mujeres en las diferentes etapas de la vida. Algo claro, en todo, es que no se puede etiquetar. “Cada una vive la maternidad de una forma diferente, cada una la asume de maneras distintas”, explica.
Sin hijos
La vida moderna, sus afanes y sus prioridades, ha invitado a que hoy las mujeres cambien la forma en la que entienden su rol como madre. Por eso, hoy no es raro pensar que no solo se es madre de los hijos; también se maternan los proyectos, los sueños. “Ese rol maternal puede asumirse con los sobrinos, con las mascotas o hasta con una misma”, explica Clara.
La madre primeriza
La llegada del bebé es un cambio enorme. En un principio, “todas creemos que seremos las madres perfectas, disponibles 24/7”. Pero la realidad cambia cuando llega el recién nacido. Mientras algunas ven todo perfecto, otras empiezan a tener pensamientos negativos. “Ambos comportamientos están bien, no hay que elegir uno u otro como esperable”, explica Clara. Lo que hay que entender es que ser madre es un constante aprendizaje, que nadie dice que se tiene que ser perfecta y que hay diferencias entre lo que se espera y la realidad. No hay que angustiarse si las cosas no llegan por simple instinto. “Ser madre implica un autoconocimiento”.
Y se van para la guardería
Otro de los grandes momentos es cuando los hijos empiezan el ciclo escolar. La ansiedad siempre aparece, pero como recuerda Clara, hay que dejar que esos pensamientos “vengan y se vayan”. Es normal que haya miedos, la incertidumbre siempre estará presente. Por eso, cada etapa se vive como una sola. “La concepción de mamá debe ser la que yo tenga”. Es importante que tanto hijos como madres se extrañen. Que empiecen a socializar y a ser más independientes. Por otro lado, las horas en las que hay ausencia, pueden ser un tiempo que las madres recuperen para sí mismas porque, sin lugar a dudas, “un hijo puede absorberte toda”.
Cuando llega la adolescencia
Esta es otra faceta del rol de la madre. Cuando se ha dado todo, cuando se ha entregado cada momento, hijos e hijas empiezan a ser independientes, quieren hacer las cosas por sí solos. “Cada etapa debe ser un proceso de adaptación, hay que tenerlo siempre en cuenta”. Por eso, se necesita flexibilidad y, sobre todo, entender, que los hijos son personas independientes y que en esta etapa ellos mismos deciden qué actitud tomar frente a la vida: “no se puede tener siempre el control”. Esto último es esencial, pues las madres tienden a pensar que muchas veces los malos comportamientos son culpa de ellas.
Y si sale del clóset
Clara explica, de nuevo, que la vida está llena de retos y desafíos. “No es fácil saber cómo reaccionar frente a estas situaciones”. Y recomienda asumir la homosexualidad de un hijo desde el desarrollo de él y no desde el papel de víctima. “Estamos en un momento en el que la evolución social es mucho más fuerte y en estos casos hay que entender que esa evolución tocó mi familia y no hay nada malo en eso”. Más allá de la tragedia, sí es importante hacer un proceso de duelo, no porque sea algo triste, sino porque es necesario dejar ir el prototipo de hijo o hija que se tenía en la cabeza.
Ausencia total
Uno es el panorama cuando un hijo se va del hogar y otro, muy diferente, cuando un hijo muere. “No importa la edad, una madre nunca está preparada para que un hijo muera”, explica Clara. En este punto, cuando el vacío queda, es válido seguirse preguntando cuál es el rol de madre. “Incluso, uno sigue siendo madre, a pesar de que los hijos ya no estén”.
El hijo ausente
Una de las preguntas más grandes que aparece en la adultez de los hijos: “Se van de la casa, ¿ahora que hago?”. Si durante la crianza, la mamá se ha asumido como mujer y como ser independiente, esto no debería ser un interrogante. “Uno no se puede volcar a los hijos por completo, hay diferentes formas de ser mamá y siempre debe estar su faceta como mujer”. Y, aún así, hay que saber que el seno materno puede ser un lugar para el regreso: “si se fue a vivir solo y se quedó sin trabajo, ¿quién lo recibe? Si se separa, ¿a dónde puede llegar? Si queda viudo o viuda, ¿qué hará? La mamá siempre está con los brazos abiertos.