Plantas carnívoras en El Poblado

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Su afición empezó con el interés por las orquídeas que su abuela le sembró en la niñez. Pero hace 13 años, cuando una compañera del colegio llevó una revista científica en la que había fotos de plantas carnívoras, supo que quería tener una colección.

“Empecé a averiguar quién tenía esas plantas en la ciudad. En los primeros años no pude conseguir pero buscando fueron apareciendo”, confiesa. Con unos jardines botánicos alemanes consiguió las primeras semillas y las sembró, asociado con gente que ya había tenido plantas carnívoras y así empezó a cultivarlas.

Una planta que parece animal

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La fascinación que causan estas plantas es lo atípicas que son en la diferencia entre lo animal y lo vegetal. Casi todas tienen un movimiento notable y funciones como la digestión de animales (insectos). “Explicar porqué pasan las cosas en la historia evolutiva es prácticamente imposible, se puede explicar cómo se forman, cómo funcionan, la relación entre el medio y las estructuras que han desarrollado para vivir, pero eso no es suficiente para explicar que eso haya pasado y que el resultado sean hojas de ciertas formas que funcionen como trampas, o por qué tienen glándulas que segregan sustancias para digerir el cuerpo del animal”, explica Nicolás Peláez. Lo que entendemos hoy es que estas plantas crecen en humedales, pantanos o suelos no tan húmedos que tienen deficiencia de nitrógeno y en todos los procesos de la vida este elemento es muy importante. Por eso han desarrollado la capacidad para atrapar insectos y compensar los nutrientes que necesitan.

Las trampas y las presas

La plantas carnívoras no solo comen insectos, también comen microorganismos. Otras atrapan seres más grandes como ranas, grandes arácnidos o pequeños roedores y mamíferos, ya que tienen trampas que llegan a medir hasta 40 centímetros. Sus trampas son de todo tipo: las dentadas que se cierran como trampas de osos; otras con formas de embudo y fuelles que encarcelan, ahogan y asfixian al animal; y otras acuáticas que aspiran las presas.

Cómo capturan

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Hay una planta llamada Rocío de sol, porque las hojas tienen pelos y en cada punta de estos hay una glándula que segrega una sustancia densa, viscosa y transparente que parece gotas de rocío. Esto es lo que atrae a los animales y los atrapa en la gota pegajosa. “Para nosotros sería como caer en un baño de brea”, dice Nicolás Peláez. Cuando el insecto queda atrapado empieza a moverse para zafarse de ese pegamento y la planta es capaz de detectar las sustancias que libera el animal. Entonces va cerrando todos los pelos sobre él hasta envolverlo, va secretando esas sustancias que lo degradan y el animal mientras está vivo va siendo digerido. En cuestión de dos días el animal está completamente consumido. “Pero estos químicos no representan peligro para los humanos por las escalas en que actúan”, aclara Nicolás Peláez.

No hay tantas pero que las hay, las hay

Nicolás comenta que Colombia no tiene una diversidad de plantas carnívoras tan amplia como ocurre con mariposas, ranas u orquídeas. “En el país sí hay plantas carnívoras porque éstas crecen en climas tropicales y subtropicales, pero no hay una cartografía detallada. “Así que si uno no sabe lo que está viendo es muy difícil encontrarlas. Algunas son acuáticas y parecen algas o lamas para quien no tiene un conocimiento botánico”.

El placer de verlas es suficiente

Nicolás reconoce que las plantas carnívoras más que una excentricidad es una afición para aprender y cultivar, pero sobretodo las tiene por el goce estético. “Porque fuera de ser plantas atípicas que capturan animales, de que vivan en suelos con características especiales, de su rápido movimiento o de los sistemas que intervienen cuando se alimentan, las formas son increíbles, y el goce es la contemplación”, afirma.


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