Llamarlo “toma” sería denominar el encuentro como un evento imperativo, agresivo, soberbio o invasor; llamarlo “manifestación” sería peor aún, sonaría a resentimiento, se tomaría como incómodo, protestante o contestatario y ninguno de estos apelativos aplica a este sentido reencuentro, al que asistió de manera expectante, calmada y diligente, mucha de la gente más positiva y bacano-pensante que tiene esta ciudad.
Por: Luis Fernando Gil Franco. Publicista
Viví y observé La Noche del Parque, la del sábado 13 de abril, como buen vecino de la parroquia. Viví y observé el Encuentro de Egresados del Parque de El Poblado, como lo llamó Tati Mejía, la autora del afiche de convocatoria y a quien imagino una de las ideólogas del reencuentro. Viví y observé La Noche del Parque como una cofradía de inquietos creativos, como la fraterna reunión de “montones” de discretos talentos, como la congregación de una “gallada” sobria de gente linda e interesante, como una paradójica y ejemplar demostración de la alegría plena, sin excesos, “visajes”, alharacas, bulla o rimbombancia.
En La Noche del Parque, se valió tomar, fumar, hablar, reír, y amar al aire libre de todo mal y peligro, hubo libertad y mesura de movimiento y conducta, el diálogo entre amigos se dio de pie en los andenes, en la penumbra fría y sobre el asfalto mojado e iluminado por el reflejo de los bombillos.
Todo estuvo dispuesto a favor de la magna congregación (gracias Doña Patricia, la de la Carpita Roja), todo estuvo en orden y a la orden de una “muchachada” adulta, sedienta de amistad, abrazos, cerveza y noche de tertulia y de “carreta”.
En La Noche del Parque el principal protagonista fue el otro, la otra, los otros, los amigos, o sea, ese puñado de “parceros” de siempre.
En la Noche del Parque, la mano se quedó corta, el saludo fue el abrazo prolongado con susurro de expresiones gratificantes y emocionantes bienvenidas al corazón amigo que “hace rato no veía”.
Gracias a la autoridad por cuidarnos, sin evidenciar la vigilancia, gracias por ese let it be que nos brindaron, gracias por dejarnos ser; La Noche del Parque, la misma que con su licencia volveremos a vivir, otra noche de estas.
En La Noche del Parque, todo el mundo se manejó bien… (“hasta la lluvia que llegó un poco tarde para darle el tono romántico a ese gran momento de juvenil bohemia”).