Las “construcciones majestuosas”, como llaman los residentes de San Lucas a las urbanizaciones privadas que actualmente se construyen en la zona, tienen bastante perjudicadas las aguas de la quebrada La Aguacatala, de las que se surte el acueducto comunal del barrio desde 1969. Otras que también se han visto afectadas son La Paulita y La Cristalina, igualmente parte del sector. Preocupado por esta situación, Darío Zuluaga, encargado de administrar el acueducto, realizó algunas inspecciones cerca del nacimiento de la quebrada para examinar a qué se debía la contaminación, acompañado por un funcionario de Corantioquia.
En la visita encontraron que la construcción de una casa que están haciendo por donde nace La Aguacatala era la causante de la suciedad de las aguas, que “bajaban como si fuera pantano”. Después de insistir durante 15 días, los encargados del acueducto no encontraron respuesta. En el sector existen otras obras que, según Gabriela Ángel, Presidenta de la Junta de Acción Comunal, también ensucian el agua de las quebradas, pero se abstuvo de dar nombres de proyectos.
“No nos oponemos al progreso”, dice Gabriela, “pero sí queremos que respeten las normas”. Añade que se están gastando parte de los recursos de la comunidad, los que entrega el Presupuesto Participativo, en mitigar el impacto de las construcciones. Este año se invertirán 370 millones en un proyecto que incluye 120 para capacitación y educación sobre cuidado de las quebradas y 250 para obras, sobre todo muros de contención en las orillas. En la Acción Comunal también se quejan porque, dicen, hace tres años no se realizan intervenciones en las quebradas de la zona.
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