Esteban Echavarría es apasionado, innovador y humanista. Por cinco lustros consolidó un laboratorio líder en el país en tecnología y atención al paciente.
Por: Daniel Palacio Tamayo / [email protected]
Dejó el alma en el laboratorio. Fueron 27 años desde que recibió el reto de crear, con la Clínica Las Américas, el mejor del país. Para eso, recuerda, se empezó a imaginar la planta física, a buscar la tecnología más reciente en instrumentos y a conformar su equipo.
En ese momento, hace 25 años, eran seis personas. Ahora, en su despedida, lo acompañó una “familia” de 90 integrantes que operaba un laboratorio con sentido de la empatía por el paciente.
Era el encargado del mantenimiento de equipos, pues no había personal capacitado en la ciudad. Su responsabilidad era tal que se estima que el 72% de las decisiones médicas dependen de los resultados de laboratorio.
Pero su mayor innovación no estuvo vinculada a aparatos: lideró los planes para realizar las tomas de muestras en seis sedes y a domicilio, además de ampliar a siete las formas en las que entregaban los resultados, y adquirir una Unidad Móvil para la donación de sangre. Gracias a su gestión, el laboratorio consiguió las acreditaciones internacionales de la CAP por la excelencia de todos sus procesos científicos, y AABB, que acreditó la calidad para bancos de sangre.
El doctor Echavarría entendió que la visita a un laboratorio tenía que ser una experiencia distinta, como parte del tratamiento terapeútico. “Las personas van asustadas porque las van a chuzar, porque les están controlando una enfermedad, bravas porque el sistema de aseguramiento les puso todas las talanqueras”, dice. Por eso adecuó el espacio con peceras, con técnicas de iluminación, con otros aromas, al punto que no parecía un ambiente hospitalario.
Donde muchos profesionales ven un tubo de sangre, él ve un ser humano. “Con eso se alivia o se mata a una persona, un examen dice si tienes cáncer o no, te creció el tumor o no”. El Laboratorio Médico Las Américas fue el primero en implementar el sistema de código de barras en las probetas y reducir el margen de error.
Ahora su preocupación es ver cómo la relación paciente – doctor cada vez es más lejana y en la que priman más el volumen y el bajo costo como consecuencia de un modelo económico en el sistema de salud por encima de uno humanista. “Dejar el Laboratorio fue muy difícil, yo quería seguir en ese proyecto de vida”, recuerda, al paso que reconoce haber llorado al despedirse de sus compañeros de trabajo con quienes construyó un entorno de empatía y familiarmente responsable.