Para Roberto Ojalvo la segunda etapa de vida en Jericó hace una década ha sido muy grata, en especial porque después de 50 años, encontró al regresar el mismo espíritu cívico y participativo.
Por: Claudia Arias Villegas
Nunca se alejó de su lugar de nacimiento, pero desde que llegó a vivir a Medellín a los nueve años, hasta que regresó a pasar la mayor parte del tiempo en Jericó hace una década, muchas cosas cambiaron en su vida; lo que no cambió fue su amor hacia la localidad. Jubilado de la U. de A., donde trabajó por más de 30 años, los últimos 15 en el Museo Universitario, regresó “porque me estaba enloqueciendo en la casa”.
Teresita Arias, su esposa, se enamoró de la casa que fueron a ver para que unos amigos dejaran de insistir en que era perfecta para ellos –al tiempo se dieron cuenta de que la que compraron no era la sugerida, pero resultó perfecta–. Desde entonces suelen pasar tres semanas en Jericó y una en Medellín, donde viven sus hijas Amalia y María Adelaida, y sus nietos Samuel y Santiago.
Maja, la consolidación de una vocación
Este abogado siempre ha tenido predilección por las ciencias sociales y naturales, dice, porque “soy obtuso para las matemáticas”, por eso su cargo en el Museo Universitario le produjo tantas satisfacciones. Una de sus últimas tareas fue liderar el convenio con el Idea para hacer un proyecto de prospección arqueológica en Jericó, al cual él agregó la cláusula para que aportaran en el proceso de reapertura del Museo Arqueológico del Suroeste Antioqueño –Masur– y el Museo de Arte Religioso, que llevaban años cerrados.
Aún no sabía que la vida lo llevaría a liderar el nacimiento del Museo de Jericó –Maja–, que además opera en sedes adicionales la colección de artes decorativas Casa José Tomás Uribe Abad y el Ateneo Álvaro Arango Gaviria Casa de la Música.
Tras ganarse una convocatoria de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia con 400 millones de pesos, la sede actual fue reforzada y remodelada, lo cual ha permitido que a la fecha haya albergado más de 300 exposiciones. Todo ha sido posible gracias al liderazgo de Ojalvo, así como al apoyo del grupo de amigos del museo, del municipio, del departamento, de la Nación y de fundaciones privadas y benefactores.
Roberto ahora vislumbra otra ampliación, ya diseñada por Dora Luz Echeverría, quien se encargó de la obra anterior; no está fácil, pero él insiste. Ver la forma en que el público de Jericó ha respondido a las propuestas culturales es su mayor aliciente.