“Obviamente tengo rabia por la muerte de mi niña; es algo que nunca voy a superar. Porque no era una brincona como mucha gente dijo, como un taxista que pasó y cuando le pidieron ayuda dijo que no porque “debe ser una loca borracha” y siguió. No era eso, era una niña como cualquiera de 18 años, de clase media, estudiosa y trabajadora, porque entre las dos manteníamos la casa. Esa noche precisamente estaba paseando a su jefa que vino de Bogotá y le dijo que quería un recorrido por Medellín. Eso estaba haciendo mi niña y cuando la jefa la dejó porque le dio sueño la niña se quedó con los compañeros de Bolivariana que la iban a traer hasta la casa.
Estaban en Los Saldarriaga (Parque de El Poblado) cuando llegó un muchacho, la llamó desde la puerta y le dijo “Isa, ven que tengo que contarte algo”. Ese muchacho ni siquiera estudiaba con ella, pero mi hija tenía fama de ser la mamá, la gallina que protege a los pollitos, la que aconseja, escucha, la que seca las lágrimas y obviamente al él decirle “ven que tengo que contarte algo” la niña se paró y se fue a caminar con él y ahí fue cuando… … Eso es algo oscuro que creo que nunca sabremos porque el muchacho se negó a declarar y nunca ha hablado con nosotros. Ni lo conozco, nunca ha aparecido. No sé si es cierto que tenía cuentas pendientes con el asesino pero algunos testigos que estaban en el parque me dijeron que se escudó con el cuerpo de mi niña, por eso la obra artística que hago (cuelga de un árbol en el Parque Astorga) se llama Escudo de tutú para valientes hombres. Luego el muchacho salió corriendo y llegó a Monterrey y allí ni siquiera le dijo a la Policía que mi hija estaba herida en el parque. Ever Johny Vásquez Arboleda, el asesino de mi niña (capturado el 4 de julio de 2008), cuando se vio pillado se acogió a sentencia anticipada y recibió una condena de 18 años. Él no se imaginó que mi hija tenía mamá; ella era demasiado buena, decente y trabajadora como para que yo sintiera vergüenza por lo que la gente se pudiera imaginar. Muchas personas me dijeron “su hija dio papaya… muy bruta” pero es que vivimos en una sociedad que engaña a los jóvenes, les dice salgan y los convence de que nada les va a pasar y cuando les pasa de inmediato dicen “esa muchachita era una brincona” y no saben el trasfondo, no saben qué estaba haciendo, no saben nada. Pero yo me siento orgullosa de mis hijas y por eso hice bulla. No tenía nada que ocultar. La víctima fue mi hija”. El Jardín de Isabel |
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Escudo contra el olvido
Así habla la artista plástica Betty Cárdenas casi 13 meses después del asesinato de su hija Isabel Cristina Restrepo con arma blanca en el Parque Astorga. Isabel, quien alcanzó a llegar con vida pero tardíamente a un centro asistencial, tenía 18 años, cursaba cuarto semestre de arquitectura, hacía parte del Ballet de El Castillo, trabajaba en una empresa publicitaria, tocaba batería y estaba próxima a ingresar a estudiar publicidad. Vivía con su madre y su hermana, amaba a sus dos perros y dejó una huella imborrable en quienes la conocían, los mismos que se empeñan en dignificar su memoria y la de otras mujeres que han sido asesinadas en Medellín ante la indiferencia ciudadana. Para ello, Betty y varios amigos de Isabel Cristina formaron Alas de Mariposa, colectivo que mediante manifestaciones artísticas conmemora el aniversario de su muerte los 15 de cada mes en el parque donde fue agredida. Hoy cumplen su deseo de que se agregue el nombre de La Bailarina al Parque Astorga, pero falta recuperar realmente el espacio para la ciudadanía. |
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El 15 de julio homenajearán a La Bailarina
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