En este techo de la casa de los Mesa fueron encontrados algunos elementos que los ladrones no alcanzaron a llevarse. Aquí era donde pedían que les hicieran un muro. | ||
Desde que nació, vivió en una casa frente al Parque Lleras, a donde su papá José María Mesa y su mamá María Teresa Velásquez llegaron a vivir cuando se casaron, hace 70 años. En ese entonces lo único que había en el Parque Lleras era un alambrado y no se vislumbraba vía alguna. En la antigua casona de techos altos, amplios espacios y patio trasero nacieron los cuatro hijos de la pareja: José Hernán, Francisco Javier, Luz Elena (quien trabajó hasta jubilarse en el despacho parroquial de San José), y Jesús Darío, quien encontró la muerte bajo el mismo techo donde siempre vivió feliz. “Era muy querido, muy tierno y me ayudaba mucho en la casa”, dice doña María Teresa, de 90 años, con un valor sorprendente, pese a su pena y a la incertidumbre que ahora se cierne sobre la familia, porque después de lo que pasó parece imposible que dos mujeres solas sigan viviendo en esta casa. Tragedia anunciada “Para mi mamá es mortal la salida de aquí, pero nos da miedo quedarnos, además por la tristeza de lo que le pasó a Darío”, agrega Luz Elena. Ambas saben que pudieron haber corrido la misma suerte que su hijo y hermano, de no ser porque se fueron de paseo para una finca, cosa rara, pues no habían vuelto a salir por no dejar la casa sola. Cuentan que la sensación de inseguridad no las abandona desde hace casi un año, cuando empezó una construcción en la calle 9 con la carrera 40, la cual, según ellas, los puso en peligro y absolutamente vulnerables para el ingreso de delincuentes por el área trasera de la residencia. “Estábamos muy preocupados porque teníamos un pedacito de muro y el dueño de esa construcción nos lo tumbó. Desde abril del año pasado le estábamos diciendo que nos lo subiera y siempre contestaba que sí, que el martes siguiente venía”, informa Luz Elena. Pero ese martes nunca llegó y precisamente por ese lugar fue por donde ingresaron los delincuentes al amanecer del jueves 24 de marzo, y por robarse algunos enseres atacaron a Darío con arma blanca y mucha sevicia, crimen que hoy se investiga en el laboratorio de la Sijin. Tres noches antes del asesinato, los ladrones -se presume que los mismos- habían ingresado a la casa y robaron un monitor de computador y algunas joyas, hecho que fue denunciado en la Estación de Policía de El Poblado. Esa noche, Darío, quien se encontraba solo, no se dio cuenta cuando entraron y quizás por eso se escapó de morir. Pero durante el segundo robo sí sintió a los delincuentes, se levantó y encontró la muerte. Durante ese día, y ajena a lo sucedido, su familia lo llamó insistentemente desde la finca y, preocupados porque no contestaba el teléfono, en la madrugada del viernes regresaron a Medellín. Al ingresar, encontraron la casa desordenada y en la parte trasera el cuerpo inerte de Darío. Sobre el techo que separaba su casa de la construcción por donde se presume ingresaron y salieron los ladrones, había algunos objetos que no alcanzaron a llevarse, como cremas dentales, jabones y porcelanas. Se llevaron la CPU del computador -cuyo monitor se habían llevado tres días antes- joyas y dinero, entre otros. El hecho de que hayan consumido leche, mantequilla, panes y elementos similares en la cocina de la casa, hace pensar a las autoridades que se trataba de habitantes de la calle o personas consumidoras de sustancias ilícitas, y no de una banda organizada. Apoyo policial Constructores se defienden | ||
Luto en El Poblado
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