Apagar la pólvora y celebrar la vida, es la invitación de dos organizaciones que han sabido reunir esfuerzos para cambiar hábitos y dejar un legado. Quiéralo o no, noviembre vivió hasta hoy.
Mucho hay de alborada, la práctica conocida de recibir diciembre con detonaciones, y con peligro para personas, animales, ambiente y empresas, a arbolada, la forma de pasar del ruego a los hechos, liderada por Huellatón.
Porque a las autoridades poco les ha faltado para rogarle a la ciudadanía que no se gaste las navidades, y la plata de la prima, quemando pólvora. El efecto no es solo individual: hay compromiso de los recursos de la salud y de los cuerpos de emergencias y este se mide en 78 incidentes por globos en 16 empresas en la temporada 2010 a 2011, en 32 incendios forestales, sumados entre 2014 y 2016, además de los 234 lesionados en el Aburrá entre 2015 y 2017. Cifras de las autoridades señalan que entre los heridos un 37,5% representa a personas que no manipulaban artefactos.
El planteamiento de Huellatón es cambiar alborada, y lo que le sigue hasta el puente de Reyes, por arbolada: festejar la vida mediante la siembra de árboles. Parten de la preocupación por los efectos nocivos ya identificados para las personas y extendidos a mascotas, animales silvestres o la calidad del aire.
La Huellatón regresa con la meta de sembrar un árbol por cada mascota registrada en su sitio web y exhibe con orgullo el aporte de 20 mil árboles. Ahora el listón lo fija en 30 mil.
Para la cuarta Huellatón vuelven con la meta de sembrar un árbol por cada mascota registrada en su sitio web, en huellaton.com, y exhiben con orgullo el ejercicio de 2017 de haber aportado 20 mil árboles. Ahora el listón lo fijan en 30 mil y siguen contando con la alianza con el Área Metropolitana, como autoridad ambiental, que debe garantizar que las especies plantadas tengan cuidado durante al menos cuatro años para lograr permanencia y beneficio ambiental.
En la misma línea, y desde la mirada empresarial y de industria, la Corporación Prosur celebra 10 años de campaña contra las celebraciones con explosivos y mechas, que en su momento partieron de una expresión individual, pero que le costaron a la productividad de cinco municipios del sur del Aburrá, en diez años, pérdidas por 20 mil millones de pesos. Baste recordar el incendio del Éxito o de la Fonda Palogrande.
“Celebra de otras formas, celebra a lo bien”, invita Prosur, sin quitarle el color propio al fin de de año: alumbrados, encuentro de familia y amigos, comidas típicas, paseos por la ciudad…
Registros de las autoridades señalan que las cifras de heridos han venido cayendo en un 75%. Que el año pasado llovió muy duro; que hace dos, la tragedia de Chapecoense entristeció a la gente… al final, las afectaciones y los patrones de comportamiento pueden estar mostrando nuevas expresiones de la fiesta. Bien por los esfuerzos de autoridades y el sector privado. Hay que seguir sumando. Y hasta rogando.