La cantidad de vida Silvestre de el Valle de Aburrá es impresionante, hermosa y valiosa. Formas, sonidos, plumas, colores, ojos, tamaños, picos… tantas cosas por disfrutar.
Siempre me ha gustado la naturaleza y he sentido curiosidad por los animales y las plantas. Sin embargo, solo hasta hace relativamente poco, gracias a la visita de un buen amigo sueco, empecé en verdad a preocuparme por ponerle un poco más de atención a lo que pasa a mi alrededor. Aunque todo lo que veo me maravilla, les he cogido un particular cariño a las aves.
Creo que muchos han oído decir que Colombia es potencia mundial en términos de la diversidad de sus aves. ¿Sabían también que en el Valle de Aburrá se han identificado más de quinientas especies diferentes? Aunque conté con la mala suerte de quedarme sin una copia de la última guía fotográfica de aves del Valle de Aburrá, publicada gracias a una alianza entre el Área Metropolitana, la Corporación Parque Arví, el colectivo Pulsatrix y la Sociedad Antioqueña de Ornitología, he podido darle una ojeada y es simplemente espectacular. Está disponible en internet, para quienes sientan curiosidad.
Además del esfuerzo tan grande de quienes trabajan para proteger y dar a conocer la inmensa riqueza que nos rodea, han surgido varias aplicaciones que facilitan el aprendizaje acerca de la naturaleza en general y de las aves en particular. Para los gomosos, recomiendo iNaturalist, la cual permite interactuar con gente en todo el mundo y reportar y consultar avistamientos de todo tipo de animales y plantas. Cuenta con algoritmos que sugieren con increíble precisión la identificación de lo que se observa y con una comunidad que verifica, sugiere y enseña acerca de muchas especies. Otra que se enfoca solo en aves se llama Merlin. También están eBird y Avistapp.
Con todo esto del reconocimiento de aves, he aprendido que uno mira, pero no siempre ve. Uno oye, pero no siempre escucha. La cantidad de vida que hay a nuestro alrededor es impresionante, hermosa y valiosa. Las formas, los sonidos, las plumas, los colores, los ojos, el tamaño, el pico, el vuelo. Tangaras, turpiales, atrapamoscas, cucaracheros, trepatroncos, colibríes. Tantas cosas por aprender, pero sobre todo por disfrutar. Una caminata por el Parque Lineal La Frontera es un deleite para los sentidos. El Parque Arví, el Refugio de Vida Silvestre Alto de San Miguel, los parques de las ciudades, las quebradas y las zonas rurales de los municipios que hacen parte del área metropolitana están repletos de vida. (Ya quisiera mi amigo sueco tener este tesoro).
Para cuidar, hay que conocer. El conocimiento es un arma poderosísima, pero además necesaria. Una vez se aprende acerca de tanta riqueza que nos rodea, se aprecia de una manera diferente. Cuando se entiende la importancia de preservar la diversidad que floreció en este rincón del continente y en este valle en el que vivimos, se lucha por defender lo que queda.
En el camino, además, he aprendido de árboles, de mamíferos, de reptiles, y de insectos. Mi lado racional, que quiere entender y aprender más y más, se encuentra desbordado por tanto que hay ahí afuera. Observando, fotografiando y consultando las aplicaciones que les mencioné, siento que volví a mi niñez, cuando coleccionaba aquel famoso álbum de historia natural, cambiaba láminas y hablaba de lo que había aprendido acerca de animales y plantas con mis amigos.
Por el lado sentimental, me he dado cuenta de que los días se hacen más hermosos cuando se agudizan los sentidos y se le dedican unos minutos a la contemplación de la maravilla que es este planeta en el que vivimos. Las aves son un componente “impajaritable” de la primavera que caracteriza a nuestro valle.