El artista plástico José Fernando Muñoz, cuya carrera ha sido más conocida en el exterior que en Colombia, está trabajando para hacer una exposición individual en el país.
Por Claudia Arias Villegas / [email protected]
“Si el arte te permite salir de tu esfera real, ya está cumpliendo un objetivo”. Y para José Fernando Muñoz es la pintura el medio de expresión, el soporte para abrir esa ventana a un universo que se presenta en dos dimensiones: “formalmente son dos planos, pero al apreciar una pintura uno puede entrar y recorrerla”.
Maestro en artes plásticas de la Universidad de Antioquia, sus exploraciones iniciales iban hacia la figura humana, pero al volver sobre su trabajo, notaba que en los fondos solía tener espacios arquitectónicos: un muro derruido, una pared de ladrillos. El artista pinta, compone y toca música, pasiones que lo han acompañado en su vida desde muy joven, y fue justamente en la búsqueda de integrarlas que se topó con los paisajes urbanos como motivo principal.
“Yo compongo a la vieja usanza, con guitarra acústica, lápiz y pentagrama. En un momento empecé a escribir pequeñas frases musicales, compases, que después ‘traducía’ a geometrías que inventaba, era algo conceptual, no exacto, por eso no funcionó”. No funcionó como traducción precisa, pero en cambio le abrió un camino que sigue explorando, el de esa mirada sobre la ciudad, en unos planos reveladores de ese otro mundo que abre la pintura y en los que los contrapicados son recurrentes.
Así que José decidió que pintura y música –esta última como autodidacta– serían dos mundos aparte, porque sus compases traducidos “no tenían libertad pictórica, eran obras sometidas a lo que había hecho en un pentagrama, pero la búsqueda me dejó la claridad de seguir explorando el paisaje urbano”. La fotografía es la primera herramienta para capturar espacios, sube a altas edificaciones para retratar el panorama y siempre lleva su cámara al viajar para capturar arquitecturas que después serán dibujos y de allí pinturas en acrílico de formatos diversos, algunos tan grandes como 3 por 1,60 metros.
De las aulas a Europa
Por cosas del destino Muñoz es más conocido fuera de Colombia. La galerista Luz Elena Montoya –fallecida en 2017–, conoció su obra cuando él aún estudiaba, y desde entonces lo representó, en una gestión más enfocada a promoverlo afuera; así que la obra de Muñoz ha estado colgada en años recientes en París y en Barcelona, mientras su última individual en Medellín fue en 2006. Con gratitud hacia su galerista de más de una década, que de hecho murió sin ver la última exposición en la sede de los Archivos Nacionales en París, hoy el artista sueña con tener una individual en Colombia, ojalá en la capital antioqueña.
Sus lienzos guardan formas arquitectónicas reconocibles con aires fantasmagóricos, en una paleta oscura, terrosa, si bien son las construcciones las que aparecen, dice que su interés mayor está en quienes habitan la ciudad. “Una de las cosas que nos reclaman hoy a los artistas es ser pertinentes con la época y el momento de la historia en que vivimos, y creo que en eso mi trabajo es muy contemporáneo”, alude Muñoz a la ciudad como el sitio en el que habitan miles de millones de seres humanos en el planeta y en cómo se relacionan con ésta.
Justo sobre la manera de ver el mundo hoy, dice que le han preguntado por qué no utiliza la fotografía como medio de expresión, a lo que responde que la saturación de la imagen fotográfica en un entorno digital hace que esta no tenga interés para él como medio artístico, sino más bien como herramienta. En la misma medida, pero en la música, la guitarra acústica es su herramienta para componer, si bien a la hora de tocar es la eléctrica la que aparece en escena. Sí, la música lo sigue acompañando, hay tiempo para pintar y tiempo para componer.
“El arte como un acto de justicia con mi propio ser”, así se titula un texto escrito por el historiador del arte Óscar González sobre Muñoz y su obra, y este dice que es bastante claro respecto a su pensamiento: “dedicar el tiempo a lo que amo para encontrarme a mí mismo es encontrar la felicidad; tiene más poesía en la vida tratar de salvarse a través de sus propias pasiones, y para mí la pintura es eso, por eso cuando trabajo en una obra no estoy pensando en vender, sino en seducirme a mí mismo, y cuando lo logro me apego, pero sé que hay que soltar. En cualquier caso, mi tesoro no es la obra terminada, es el camino”.