Los problemas ligados a la prostitución y a la venta de alucinógenos parecen inmunes; por el contrario, según denuncian los comerciantes, empiezan a hacer metástasis.
Daniel Palacio Tamayo
Los excesos presentados en el Lleras ya van más allá del caso de quienes beben de más en una noche de rumba. Saltan a la vista en las cuatro esquinas del parque Lleras o en las calles circundantes, donde comerciantes han decidido cerrar por una sobredosis de realidad que se hizo insostenible. Y al tiempo que se van restaurantes de trayectoria en el sector, llegan otros negocios, que para el gremio y parte de la clientela “no son más que antros”.
Las denuncias por expendio de drogas, explotación sexual infantil y prostitución no son nuevos. En 2016 y tras diferentes denuncias ciudadanas de unas primeras señas de deterioro, las autoridades anunciaron un plan de intervención que pretendía recobrar el espíritu de este referente de ciudad; sin embargo, los resultados hasta ahora no convencen a comerciantes, ciudadanos y líderes comunitarios.
Claudia Ramírez, edil de El Poblado, asegura que el Lleras sigue cayendo en deterioro, pues mientras la ciudad reporta el aumento en el número de turistas, no ha ocurrido lo mismo con el control, “de manera que como llega lo bueno, también lo maluquito”, dice. A Ramírez no le falta razón: los estimativos de la Alcaldía de Medellín señalan que el 30% de los extranjeros que llega a este sector de la ciudad no tiene un buen comportamiento, como lo ratifica Sandra Giraldo, la gerente de El Poblado.
El pasaporte, una reserva de admisión
Hace unos seis meses, la Policía ejecutó un operativo a cuadra y media del parque Lleras. En la intervención los agentes encontraron a ocho extranjeros indocumentados (cuatro de Canadá y cuatro de Estados Unidos) en un prostíbulo clandestino, con fachada de casa de masajes. Las autoridades dieron con el lugar gracias a la denuncia de un ciudadano que conoció el catálogo usado como publicidad de masajes con happy ending y otros servicios sexuales.
Un comerciante, al que Vivir en El Poblado le reserva su nombre por cuestiones de seguridad, cuenta cómo vio transformar un restaurante antes reconocido como de alta cocina en un misterioso lugar al que, según su denuncia, solo se puede entrar con pasaporte. Al mismo sitio a determinada hora de la noche llegan luego, en taxis y hasta en busetas, jovencitas a “acompañar” a los extranjeros. El lugar, según cuenta la fuente, tiene jacuzzis en su interior.
La oferta de servicios sexuales en el Lleras dejó de ser exclusiva de “damas de compañía” y ahora se pueden observar mujeres, hombres y travestis buscando clientes. Un problema adicional es el de la demanda: clientas de negocios del parque Lleras han contado cómo se ha vuelto visible que hombres extranjeros las detengan para preguntarles, sin mediar más palabra, “¿cuánto me cobras por estar contigo?”.
“Veíamos movimientos del negocio de la prostitución incluso a las tres de la tarde un día de semana”, asegura el mismo comerciante.
La gerente de El Poblado, Sandra Giraldo, asegura que como la prostitución no es un delito, solo queda como camino la persuasión sobre estas personas para que se interesen y tomen provecho de los programas institucionales del Municipio. De acuerdo con un censo desarrollado por la Alcaldía, en el parque Lleras fueron identificados trece mujeres y tres travestis dedicados a este oficio.
“En el caso de la población LGTBI hay preocupación porque responde con agresividad cuando la abordan funcionarios de la Alcaldía”, afirma Giraldo y relata los hechos en los que una uniformada perdió dos dientes producto de un cabezazo de una de estas personas. La intención, asegura la gerente, solo era contarle sobre la oferta de programas sociales.
Drogas y armas en el Lleras
La Secretaría de Seguridad de Medellín tiene en sus registros que entre enero y julio las 4.400 requisas a personas en el Lleras arrojaron 38 capturas. En el mismo periodo se han incautado de 29 armas blancas, han impuesto 147 comparendos por diferentes infracciones al Código de Policía y suspendido las actividades comerciales en trece establecimientos.
Pese a estos registros y a la instalación de un Puesto de Mando Unificado, con presencia de la Policía, de Migración y de Espacio Público, hay comerciantes que siguen creyendo que la droga y la prostitución se consumen la reputación de este lugar emblemático de la ciudad. “Las intervenciones son insuficientes porque en los últimos cinco años se descuidó demasiado la problemática, ya uno no se siente seguro caminando por el sector”, afirma uno de los comerciantes que considera que las fronteras de este fenómeno se están ampliando.
Vea también: Comerciantes y Alcaldía fortalecen lazos para trabajar problemáticas en el Parque Lleras
La gerente Ramírez considera que si el control de la prostitución es difícil, el del porte de alucinógenos lo es mucho más, debido a la normativa alrededor de la dosis mínima y a la cercanía de los traficantes con grandes sitios de distribución conocidos en la ciudad como el barrio Antioquia.
Aunque la Fiscalía capturó en abril de 2016 a alias Carnero, quien, según el ente acusador, es la cabeza de la distribución de la droga en esa parte de la ciudad, el negocio ilícito continuó funcionando. La respuesta de las autoridades indica que seguirán investigando. Vivir en El Poblado conoció que a algunos comerciantes les solicitaron dirigir las cámaras de sus negocios hacia puntos donde se daría el tráfico.
En los primeros meses de la intervención del Lleras en 2016, la administración local designó al coronel retirado de la Policía Javier Parra para coordinar las acciones institucionales de control; ahora “el acompañamiento especial al Lleras se delegó en un equipo operativo especial, articulado con la Policía, que realiza dos intervenciones semanales”, explicaron desde la Secretaría de Seguridad.
Uno de los avances de la intervención, anotan las autoridades, es que en los últimos meses no han registrado casos de explotación sexual. En lo corrido del año han encontrado cinco casos de menores de edad con identificaciones falsas, según la gerente Giraldo.
Entre la indiferencia y el lucro individual
Luis Guillermo Orejuela, presidente de la Corporación Zona Rosa, considera que pese al trabajo hecho, al que han sido invitados los comerciantes del parque Lleras, “hay algunos establecimientos con prácticas que no son sanas”. El líder gremial cree que en medio de todo este problema hay interesados en que no haya una solución de fondo que frene este deterioro, en sus palabras, “acelerado”.
Para Orejuela, se requiere, además de la acción institucional, del compromiso de todas las partes y continuidad en las intervenciones. Hasta ahora “los resultados no se han visto como necesitamos que se vean”. Para la presidenta de la JAL, entre el comercio “hay quienes se hacen los de la vista gorda, aunque no creo que la situación les convenga”, asegura.
“Hay unos comerciantes que están comprometidos para que la situación cambie, pero hay otros que no se vinculan en nada de lo que hace la Alcaldía” afirma Giraldo. El problema más grave en su consideración es que de unos 200 asentados en la zona, de las actividades están participando unos 25. Como resultado, explica, la Alcaldía se ha visto obligada a recortar el horario de varios establecimientos que han incumplido normas y han sido sorprendidos vendiendo licor adulterado o superando el aforo del lugar o los niveles de ruido.
La impotencia entre los líderes cívicos aumenta por ver cómo el efecto de esa sobredosis de realidad aumenta su perímetro y su penetración, pese a los esfuerzos realizados.