En el barrio La Chacona se respira mucha tranquilidad. Su nombre proviene de un antiguo ritmo español caracterizado por melodías tranquilas y suaves.
Por eso, al transitar por la calle 9A, la única vía estrecha que corta el barrio por la mitad, es posible detallar que la mayoría de las casas y viviendas permanecen con las puertas de par en par durante todo el día. El barrio está segmentado por una hilera de casas, situadas en un largo rectángulo que deja las riberas de las quebradas Moná Sanín, La Presidenta y la Chacona, en medio de una topografía un tanto agreste. Para ingresar a La Chacona, es necesario transitar por la concurrida Transversal Superior y toparse al lado izquierdo con el Colegio Marymount y de frente con el paradero buses de la ruta 134 de Autobuses El Poblado.
Proyectos comunitarios
“En este momento estamos montando un segundo piso en una edificación en comodato con las Empresas Públicas, donde pensamos instalar mesas de billar y de tenis de mesa, en las que la gente del barrio se pueda divertir sanamente”, opina William de Jesús Molina, integrante de la Junta de Acción Comunal, Jac. La idea, dice, es contactar al Inder para que maneje de manera organizada este sitio, tal como lo viene haciendo con la placa polideportiva donde se adelanta un torneo de microfútbol, desde principios del año y que culmina en agosto. Participan 8 equipos provenientes de las lomas del Garabato, Los Parra, El Tesoro La Virgen y obviamente La Chacona. El campeón será premiado con 500 mil pesos. Es un barrio amante del deporte y el entretenimiento sano, pues dentro de 20 días comienza un torneo interno de voleibol en el que ya están inscritos 6 equipos.
Pero también están sobre el tapete otras iniciativas de integración comunitaria, como la celebración del Día de la Familia, prevista para el 26 de agosto.
Otro de los propósitos de la Jac es mejorar la sede comunal, pues sus paredes se encuentran resquebrajadas y con humedades. Así mismo, la comunidad estudia la posibilidad de crear una guardería y un supermercado, en la sede de la Jac, manejados por una pequeña cooperativa.
Por otro lado, adyacente a la calle 9A y de cara a las viviendas, está ubicado un muro de 30 metros de largo de una finca que entorpece la locomoción de los peatones, pues no deja posibilidad para configurar un sistema de andenes. “En ese espacio, queremos adecuar aceras y ensanchar la vía, pero el propietario de la finca no quiere ceder terreno y aún no tenemos el permiso para construir… con esta iniciativa se solucionaría de manera sustancial la movilidad de los peatones”, enfatiza Molina. Ellos cuentan con que la Secretaría de Obras Públicas compre la franja de tierra y les obsequie materiales y cemento para echar a rodar este proyecto; sin embargo el propietario del predio aún no se pronuncia al respecto.
Un nuevo acueducto
En este momento, la Junta de Acción Comunal discute la construcción de un acueducto barrial que se nutriría directamente de la quebrada La Chacona. Aparte del acueducto manejado por Empresas Públicas, aseguran, el agua del afluente es de óptima calidad, pues nace cerca de sus casas y en esa parte aún no recibe vertimientos de aguas residuales. Harían un tanque y pondrían una motobomba con el objetivo de captar el liquido, que sería utilizado para regar plantas y lavar baños. También es una buena idea, dicen, para contribuir a la economía barrial, porque las facturas de los servicios de acueducto tendrían rebajas ostensibles.
Los vecinos
La Chacona limita en la parte superior con el Colegio La Providencia; así mismo colinda con varias urbanizaciones. No obstante, la comunicación entre la gente del barrio y las urbanizaciones es prácticamente nula; inclusive no hay cabida para concertar problemáticas: Falsos laureles sembrados en dos conjuntos residenciales amenazan con desprenderse y de paso, ocasionar daños en algunas viviendas. “Llevamos un año rogándoles para que corten esos árboles”, sostiene William de Jesús Molina. Por su parte, la Administradora de la urbanización en cuestión, explica que los árboles fueron podados, pero la idea no es talarlos porque algunos copropietarios aseveran que de esa manera sus residencias perderían privacidad.
“Es genial vivir aquí… es como estar en la sucursal del cielo. Se vive con mucha tranquilidad, pues si usted mira, las casas permanecen abiertas a toda hora. Existe mucha solidaridad entre los vecinos; si alguien tiene un problema de inmediato todos quieren socorrerlo”. Carmen Emilia Castaño, residente.