Aunque para todos sus habitantes es una realidad que ahora el barrio es mixto, todavía hace falta afinar detalles para que comerciantes y residentes estén en total armonía
“No estamos en contra de los restaurantes, y lo hemos manifestado una y mil veces”, manifiesta Rodrigo Molina, presidente de la Junta de Acción Comunal -JAC- del barrio Manila, ubicado entre las carreras 43B y 43F, y las calles 10A y 13. “Estamos con la idea de que podemos convivir porque ya es una realidad que el barrio es mixto”, concluye Molina.
Sin embargo, aunque es un hecho que el barrio está asumiendo un carácter mixto, todavía hay temas por mejorar para que, tanto residentes como comerciantes, estén plenamente satisfechos. Los temas más delicados son el parqueo excesivo en el barrio y el problema medioambiental generado por el mal manejo de residuos sólidos de los negocios.
Molina plantea la “necesidad de convocar una Mesa Ampliada de Gobierno, donde se discutan estos asuntos con la Secretaría de Gobierno – y su Subsecretaría de Espacio Público-, la Secretaría de Movildad, Empresas Varias de Medellín, la comunidad y las fuerzas vivas de Manila, porque estos problemas tan grandes que tenemos persisten y se le salen de las manos a una Junta de Acción Comunal”.
“Hay un colapso total”
A modo de contexto, Molina cuenta que “las casas de Manila son de sesenta años. En esa época el carro no era lo más común porque esto siempre ha sido estrato medio, entonces las personas hacían su casa y no pensaban en garaje. Muy pocas fueron adaptando uno. Y muchos propietarios, con el tiempo, han convertido esos garajes en negocio comercial, para alquilarlo o para explotación propia, entonces no hay parqueaderos ni hay forma de parquear”. Resalta que el “boom comercial de restaurantes ha traído muchos automóviles. Hay un colapso total”.
Juan Santiago Mesa, integrante del Comité Cívico Calle de la Buena Mesa y dueño del restaurante El Zócalo, ubicado, precisamente en la Calle de la Buena Mesa, asegura que “el problema es que lo habitantes obligaron a poner tres zonas de no parqueo en algunas calles”.
En la nueva dinámica de moviidad, según Rodrigo Molina, la parte de parqueo “nos la están manejando unos trapos rojos, que son los cuidadores de carros. Ellos son los que deciden donde parquea la gente”. Oscar Torres, “trapo rojo” de la zona, afirma que “la transformación ha sido buena porque hay más empleo para los que vivimos de esto”. Sin embargo, acepta que la gente tiene “indisposición por tanto carro, porque no hay donde parquear, entonces la gente se parquea donde no debe”.
Mesa, en representación de los locales comerciales, propone la utilización de parquímetros, pero según él, “los habitantes no están de acuerdo”. Por otro lado, Molina cuenta que pronto “se realizará un diagnóstico que le tenemos que hacer al barrio en cuanto a movilidad, el cual va a ir acompañado de un video y de unas muestras fotográficas, en las cuales estamos mostrando los puntos clave en los que hay saturación de vehículos y de parqueo. Ese diagnóstico lo estamos haciendo comunidad, comercio y fuerzas vivas”.
Basuras, otro tema crítico
Después del parqueo, recientemente ha aumentado el problema del manejo de residuos sólidos por parte de los restaurantes. Molina afirma que “los comerciantes no son muy disciplinados, porque ellos no se pueden quedar con las basuras adentro, entonces la sacan cualquier día. Es un tema potencialmente de salubridad”.
Rosario Soto, empleada de la Subsecretaría de Espacio Público, comenta que “todo establecimiento comercial abierto al público debe tener una zona o depósito de almacenamiento de residuos sólidos, pero como son casas que se han ido convirtiendo en locales comerciales, algunos carecen del espacio suficiente para tener esa zona de depósito”.
Además, afirma que aunque la norma -decreto 874 de 2010- es de conocimiento público, los comerciantes la incumplen premeditadamente. “Tanto conocerán la norma”, afirma, “que no la colocan -la basura- al frente de sus establecimientos, y en cambio, aparecen en dos, tres cuadras diferentes a su lugar de residencia”.
Frente a estos hechos, Espacio Público ya está implementando medidas sancionatorias. Juan Pablo Diossa, empleado de la Subsecretaría de Espacio Público, cuenta que “ya hemos logrado capturar a unos y hacer el respectivo comparendo. El primer comparendo es pedagógico, y es para que asistan a una charla de manejo de residuos sólidos y basuras. Si ellos no van a la cita tienen una multa. En el segundo llamado de atención, de inmediato se paga la multa”.
“No queremos ser otra Zona Rosa”
A pesar del auge comercial del barrio, sus habitantes no han permitido el desarrollo de la vida nocturna del mismo. Juan Santiago Mesa cuenta que “en la noche el barrio está solo. El caos es de día entre 7 am y 6 pm”, y esto no es gratuito, ya que, según Rodrigo Molina, aunque “el sector ha querido ser nocturno, con buenos oficios se ha logrado que al barrio lo blindemos en cuanto a ese tema”.
Además, afirma que “el barrio no tiene problemas de ruido porque hemos hecho ingentes esfuerzos para que la vida nocturna en Manila nunca llegue, porque todavía hay mucha comunidad, y en el barrio viven muchas personas de la tercera edad. Nosotros, el año pasado, hicimos un trabajo para que la inspección de turno esté visitando constantemente estos restaurantes, con el objetivo de que el consumo de licor sea bajo, simplemente el maridaje entre comida y bebida”.
Molina hace un llamado a la reflexión. “Necesitamos urgentemente analizar estos problemas y entender que la comunidad es la primera culpable de las cosas, y digo culpable porque nosotros tenemos una corresponsabilidad con la dinámica que está pasando”. Por su parte, Mesa afirma que “la gente no asiste a las reuniones y no hay un colegaje de ambas partes”.
“El afán comercial no puede arrasar con las personas”, concluye.