Las personas con DPF tienen una gran necesidad de amor y un miedo terrible a la intimidad. Tienen ideas perturbadas y está siempre en estado de conmoción emocional. Son calmadas y racionales a veces, pero pueden explotar con ira o furia inapropiadas cuando perciben algún tipo de rechazo o crítica.
El DPF es más común que otras enfermedades mentales quizás más conocidas como la esquizofrenia o el desorden bipolar. Es más común en las mujeres jóvenes. El tratamiento consiste en psicoterapia y medicamentos.
Señales y síntomas
Entre las señales y síntomas del desorden de personalidad fronteriza están:
- Dificultad para controlar las emociones o impulsos.
- Altibajos emocionales frecuentes.
- Acciones impulsivas.
- Estado de ánimo cambiante.
- Relaciones tormentosas.
- Ira intensa, quizás con manifestaciones físicas.
- Clasificación de los demás en términos de buenos y malos.
- Sentimientos de vacío interior.
- Miedo a quedarse solo.
Contrario a los cambios de estado de ánimo en otras enfermedades mentales como la depresión y el desorden bipolar, que pueden durar semanas o meses, esos cambios en el DPF generalmente van y vienen en pocas horas.
La gente con DPF le tiene terror a sentirse sola, aunque aleja a los otros con su comportamiento errático. A menudo tienen crisis repetitivas y predecibles relacionadas con el miedo al abandono, cuando en realidad es su comportamiento el que lleva precisamente a eso.
Scesos comunes, como que el cónyuge llegue unos minutos después de la hora habitual, pueden desencadenar furia o desesperación repentina. Una persona con DPF es probable que crea que este abandono implica que su compañero ya no le ama o que simplemente es malo. Cuando el ser amado es percibido como descuidado, una persona con DPF podría reaccionar con sarcasmo, amargura o abuso verbal. Estos estallidos pueden ser seguidos de sentimientos de culpa.
La gente con DPF podría idolatrar a un nuevo amante (pareja) y exigirle pasar mucho tiempo juntos. De ahí pasa a devaluar a esa persona y a sentir que ella no le presta cuidado o que no es confiable. Como consecuencia de eso las relaciones a menudo son tormentosas e inestables.
La gente afectada puede también experimentar cambios repentinos y dramáticos en su imagen personal, lo que se puede manifestar en un cambio en sus objetivos y valores.
Causas del DPF
El término fronterizo se refiere a la forma de pensar de los psiquiatras en los años 40 y 50 según la cual este desorden se acercaba o compartía características con desórdenes psicóticos y neuróticos. Esa visión no refleja el pensamiento actual.
Los médicos no conocen con seguridad las causas del DPF, pero tienen pistas o claves. Lo más probable es que no haya un factor único que explique su desarrollo. En lugar de eso se puede tratar de una combinación de factores:
Predisposición hereditaria: puede haber un riesgo mayor de padecer DPF si un familiar cercano -madre, padre o hermano- lo tiene.
Abuso infantil: algunas personas con DPF podrían haber sido física o sexualmente abusadas en la infancia.
Negligencia: algunas persona con DPF describen privaciones severas, descuido y abandono durante la infancia.
Lesión neurológica en la infancia temprana: parece haber una prevalencia alta de lesiones en la cabeza en las personas con DPF.
Cuándo buscar ayuda médica
Una persona que siente el deseo de lastimarse ella misma debe buscar ayuda médica de inmediato; quienes abusan de las drogas o el alcohol, o tienen un desorden alimenticio, deben ir donde un médico que les ayude a encontrar la causa subyacente de esto, y buscar tratamiento.
Si un amigo o un familiar exhibe cambios intensos de estado de ánimo o de humor, y tiene relaciones inestables con los demás, se debe considerar la posibilidad de sugerirle que vaya donde un médico para que discuta cómo manejar sus emociones.
Examen y diagnóstico
Los médicos buscan al menos cinco de las siguientes señales y síntomas para determinar si una personas tiene DPF:
- Miedo intenso al abandono.
- Un patrón de relaciones inestables.
- Una imagen propia precaria.
- Comportamientos impulsivos y autodestructivos.
- Tendencias suicidas o de mutilación.
- Cambios de estado de ánimo extremos.
- Sentimientos crónicos de vacío interior.
- Rabia intensa y explosiones violentas.
- Períodos de paranoia y de pérdida de contacto con la realidad.
Complicaciones
El DPF puede ocurrir junto con depresión y otras enfermedades mentales y comportamentales tales como:
- Abuso de substancias.
- Ansiedad.
- Desorden alimenticio.
- Desorden bipolar.
- Otros desórdenes de personalidad.
- Apuestas excesivas.
- Gastos excesivos.
- Sexo riesgoso o inseguro.
- Tendencias suicidas.
- Intentos de automutilación.
Tratamiento
El tratamiento del DPF puede ser difícil y de largo plazo (dura años en muchos casos). La gente que tiene las mejores posibilidades de salir adelante es la que busca el tratamiento por sí misma y encuentra un terapeuta con experiencia en el tratamiento de DPF. El éxito depende de ceñirse a la terapia y de ser responsable por sus propios problemas.
El tratamiento de DPF normalmente incluye una combinación de:
- Psicoterapia: la forma más efectiva de ayuda parece ser la terapia de largo plazo. Esta se centra en las experiencias internas, relaciones y comportamientos autodestructivos.
- Medicamentos: los médicos usan una variedad de medicamentos para trata el DPF. La elección de un medicamento depende de los síntomas particulares de cada persona. Estos remedios no son mágicos ni se pretende con ellos remplazar la psicoterapia.
No hay un camino que lleve a la cura del DPF. La enfermedad parece ser peor en los adultos jóvenes y gradualmente disminuir con el paso de los años. Mucha gente con DPF logra gran estabilidad en sus vidas pasados los 30 y los 40.
Hoy la psicoterapia combinada con los medicamentos puede ser efectiva para reducir o eliminar muchos de los síntomas más problemáticos del DPF. Mucha gente que vivía muy mal debido a esta enfermedad, ahora se siente bien acerca de sí misma y puede tener relaciones afectivas amorosas y disfrutar de vidas profesionales significativas.
Sobreponerse
No es fácil ayudar a alguien que tiene DPF, pero estas sugerencias pueden ser útiles:
- Ser paciente: no se puede obligar a un familiar o un amigo a que vaya a terapia. Por obvio que parezca para un tercero que una persona necesita terapia, es mejor que la iniciativa venga de la propia persona.
- No tomarlo personalmente: cuando un amigo o familiar con DPF piensa que uno es lo mejor, se puede aceptar el cumplido, pero cuando esa persona insulta, no se debe tomar personalmente.
- Tomar conciencia del miedo al abandono: es más fácil dar un paso atrás frente a un estallido de ira si se sabe de dónde viene.
- Fijar límites de hasta dónde se tolera: nadie se tiene que aguantar el maltrato verbal y emocional por siempre.
- Apoyar: no se puede asumir la responsabilidad por el comportamiento de otra persona, o tratar de ser su terapeuta. No se pueden solucionar los problemas de otra persona, sin embargo, sí se pueden apoyar sus esfuerzos por mejorar.
- Afianzar la propia autoestima: aunque se puede valorar esa amistad, el ego puede haber recibido varios golpes fuertes durante estos años. Hay que dedicarle esfuerzo a mejorar la autoestima haciendo cosas que le hagan sentir orgulloso de sí mismo. Hay que fijarse objetivos y alcanzarlos.
- Sacar tiempo para la propia felicidad: hacer planes con personas que no se ve hace algún tiempo; alimentar nuevas relaciones.