Hace unos años un ataque cardíaco era muchas veces fatal, pero hoy, gracias a que hay un mayor entendimiento de las señales y los síntomas y a tratamientos mejorados la gran mayoría de personas que sufren un ataque cardíaco sobreviven.
El estilo de vida (lo que se come, la frecuencia con la que hace ejercicio y la forma como maneja su estrés) juega un rol especial en qué tan bien se puede recuperar una persona de un ataque cardíaco. A eso se suma que un estilo de vida saludable puede ayudar a prevenir un primero o subsecuente ataque cardíaco al controlar los factores de riesgo que contribuyen a cerrar las arterias que suplen de sangre al corazón.
Señales y síntomas
Los ataques cardíacos son de sintomatología variable. No todas las personas que lo sufren experimentan los mismos síntomas o los padecen con la misma severidad. Muchos ataques cardíacos no tienen el dramatismo con que los representan en las películas.
Las señales de alarma de un ataque cardíaco incluyen:
Presión, llenura o un dolor opresivo en el pecho que dura por más de unos pocos minutos.
Dolor que se irriga más allá del pecho, hacia los hombros, los brazos o incluso los dientes o la cumbamba.
- Aumento de episodios de dolor en el pecho.
- Acortamiento de la respiración.
- Sudoración.
- Desmayos.
- Nausea y vómito.
- Mareos.
- Sensación de peligro inminente.
Un ataque cardíaco usualmente golpea súbitamente. Puede suceder en cualquier momento -trabajando, jugando, descansando o cuando se está en movimiento. Muchas veces las personas que lo sufren han tenido señales de advertencia durante las horas o días (incluso semanas) previos. La señal temprana puede ser un dolor recurrente en el pecho (llamado angina de pecho) que se da por exigencia física y se quita con descanso. La angina es causada por reducción temporal del flujo sanguíneo al corazón. Este flujo insuficiente de sangre se llama isquemia cardíaca.
Causas
Un ataque cardíaco (infarto al miocardio es el nombre médico) es en realidad la muerte de tejidos del corazón por la falta de oxígeno. Como cualquier músculo, el corazón necesita del flujo continuo de sangre o sus tejidos se pueden dañar o incluso comenzar a morir. Sin sangre, las células del corazón se lesionan, hecho que se refleja en el dolor y la opresión que se siente en el pecho. Si el flujo sanguíneo no se restaura, las células cardíacas empiezan a morir y se forman cicatrices que remplazan al tejido sano. Si un área muy grande del corazón se daña, el ataque cardíaco puede ser fatal.
Un ataque cardíaco no es un evento estático de una sola ocurrencia. Es un proceso dinámico que casi siempre evoluciona sobre un período de varias horas. Con cada minuto que pasa, más tejido cardíaco deja de recibir sangre y se deteriora o muere. Sin embargo, si el flujo sanguíneo se restaura a tiempo, el daño al corazón puede ser limitado o prevenido.
Factores de riesgo
Ciertos factores, llamados factores de riesgo coronario, aumentan el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Estos factores contribuyen a la acumulación de depósitos que estrechan las arterias en el cuerpo, arterioesclerosis, incluidas las del corazón. Algunos de esos factores son: Presión alta, colesterol alto, fumar, inactividad física (sedentarismo), obesidad, diabetes, estrés, consumo elevado de alcohol y antecedentes familiares de infarto.
Muchos de estos factores pueden ser modificados e incluso eliminados para reducir las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco. Sin embargo, hay factores inmodificables, como los relacionados con la herencia genética y el género.
Los hombres generalmente tienen más riesgo que las mujeres, no obstante, el riesgo de las mujeres aumenta después de la menopausia o después de los 55 años. Si el padre o un hermano tuvo un infarto antes de los 55 o la madre o una hermana antes de los 65, la persona tiene un riesgo mayor de sufrirlo también.
Ayuda médica
Durante un ataque cardíaco mucha gente pierde minutos valiosos porque no reconoce las principales señales de lo que está pasando (o las niega). Otras personas retrasan la búsqueda de ayuda médica por temor a pasar una vergüenza si se trata de una falsa alarma. Es por eso que una de las cosas más importantes que se puede hacer para sobrevivir un infarto es reconocer los síntomas cuando se presentan y actuar inmediatamente. De la gente que muere de un ataque cardíaco, la mayoría lo hace en la primera hora después de la aparición de los síntomas… no se puede perder tiempo pues la diferencia entre la vida y la muerte es de pocos minutos.
Si el caso es una falsa alarma, los médicos pueden determinar a qué se deben esos síntomas y tratarlos.
Prevención
Nunca es tarde para hacer los correctivos necesarios para prevenir un infarto, aunque ya se haya tenido uno. Los medicamentos juegan un rol importante en la reducción del riesgo de sufrir un segundo ataque y en ayudar a un corazón dañado a funcionar mejor.
El estilo de vida también es esencial en la prevención y en la recuperación. Cómo vive cada quien su vida puede ser un asunto privado, pero es algo que incide directamente en la salud del corazón. Esta guía de ayuda es útil tanto para quienes no han sufrido un infarto como para quienes se están recuperando de uno.
- Revisiones médicas periódicas: algunos de los factores de riesgo principales (colesterol alto, presión alta, diabetes) no presentan síntomas en sus etapas iniciales, pero un médico puede hacer exámenes que descarten que se padece alguno de ellos. Si acaso el examen encuentra algún problema, el médico puede manejarlo a tiempo para prevenir complicaciones que puedan llevar al ataque cardíaco.
- Controlar la presión: hay que medir la presión sanguínea al menos cada dos años. El médico puede ordenar chequeos más seguidos si hay antecedentes que así lo requieran.
- Revisar el colesterol: los niveles de colesterol deben revisarse regularmente mediante exámenes de sangre. Si el médico encuentra algo malo puede recomendar cambios en la dieta y algunos medicamentos.
- No fumar: ¿hay que decir algo más? Una de cada cinco muertes por enfermedades cardíacas se debe al cigarrillo. Los que ya fuman lo mejor que pueden hacer por su corazón es dejar el vicio. Si no pueden hacerlo solos, busquen ayuda médica.
- Ejercicio regularizado: hace unos años los médicos prohibían el ejercicio a quienes se estaban recuperando de un infarto, pero ahora se sabe que el ejercicio regularizado ayuda a mejorar el funcionamiento del músculo cardíaco después de un ataque. El ejercicio también es clave en la prevención pues ayuda a tener un peso saludable y a controlar la diabetes y el colesterol y la presión altos.
- Peso saludable: el sobrepeso agota el corazón y puede contribuir al colesterol y la presión altos y a la diabetes. Perder peso puede disminuir el riesgo de una enfermedad cardíaca.
- Una dieta saludable: hay que limitar la grasa, el sodio y el colesterol en las comidas. Un dietista puede dar las mejores indicaciones para definir un régimen alimenticio que no solo sea bueno para el corazón sino para el gusto.
- Manejar el estrés: para disminuir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco hay que reducir el estrés de las actividades cotidianas. Hay que reformular la falsa idea de la productividad que obliga a trabajar más horas en detrimento de la salud personal y familiar; además hay que encontrar la forma de manejar los eventos que se sabe producen estrés en la vida.
Después del infarto
Padecer un ataque cardíaco es un experiencia aterradora. Aún después de que los médicos le dan de alta, la persona se siente atemorizada por lo que le pasó. Muchas preguntas dan vueltas y vueltas en la cabeza: ¿Cómo será la vida de ahora en adelante? ¿Podrá volver a sus actividades cotidianas y disfrutarlas? ¿Se repetirá el infarto?
El miedo es solo una de las emociones que deben manejar el paciente y su familia.
Otras emociones difíciles que hay que manejar son:
- Rabia: “¿Por qué me dio un infarto a mí y justamente ahora?” Es normal sentir algo de resentimiento después de un ataque cardíaco.
- Culpa: los familiares pueden sentir temor y culpa por lo que le pasó a su ser querido. Algunos pueden llegar a pensar que el ataque es de alguna manera culpa suya por algo que hicieron o dejaron de hacer.
- Depresión: la depresión es común después de un infarto pues la persona puede sentir que ya no puede hacer las cosas que antes hacía, que ya no es la misma persona que era antes del ataque.
Estos sentimientos son comunes y discutirlos abiertamente con el médico, familiares o amigos de confianza puede ayudar a superarlos.
La recuperación de un infarto no es solo física, también mental. Algunos piensan que las relaciones sexuales pueden ser peligrosas para su corazón, sin embargo, la mayoría de las personas pueden retomar con seguridad su vida sexual dos semanas después de un infarto o de una operación del corazón. Cada persona tiene un plazo distinto, relacionado con su recuperación física, su actitud mental y su vida sexual antes del suceso. La exigencia del coito sobre el corazón es más o menos la misma que la de una caminata o la de subir dos pisos por las escaleras.
Sobrevivir un ataque cardíaco no equivale a que la vida terminó. Por el contrario, la mayoría de la gente vive activamente después de un infarto. Eso se logra con cambios positivos en el estilo de vida, en ser paciente con la recuperación y en adoptar una actitud de sí se puede.