Qué difícil es cerrar un ciclo. Reconocer el vacío que se siente cuando tomas decisiones que afectan el “valor” que te has construido después de tres (n) años dándolo todo en una empresa.
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Qué difícil es dejar de ser lo que haces y empezar a creerte el cuento de ser lo que quieres.
Cuando cierras una relación, decides cómo quieres llevar el proceso. ¿Quieres un divorcio de dos años donde quien antes mirabas a los ojos se convierte en el innombrable? ¿O vas a hacer de tripas corazón, poner las cosas en su lugar y crear en ese espacio donde todo germinó?
Dar gracias y abrazar con amor los procesos que nos hacen ser quiénes somos, eso nos hace humanos. “Recordar bien para vivir bien”, decía mi abuela, y pienso en ella para darle paz a mi cabeza.
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Me duele escribir estas palabras. Me duele admitir que muchas veces no supe cerrar, que no sabía lo que estaba haciendo. Y a quién le miento: hoy todavía no sé completamente lo que estoy haciendo.
Pero el dolor o el miedo no me van a detener. En este camino aprendí a dar gracias; pero, sobre todo, entendí que muchas veces quien más razón tiene, es quien mantiene la boca cerrada y escucha por más tiempo.
Finkargo fue una escuela de vida, de trabajo, pero sobre todo me enseñó a soñar.
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Pasé los momentos más oscuros de mi carrera, pero también conquisté mi luz de la mejor manera posible. Entendí que valor es lo que decides dar cuando te pones en actitud de servicio y desde el que amor eliges elevar a otros para que alcancen nuevos horizontes.
Viví de cerca el 0 a 1, pero también el 1 al 10. Llegué para quedarme en una empresa que me permitió construir (y destruir) un mundo diferente, un Daniel diferente, pero sobre todo me permitió abordar mis sueños desde otro lado.
Dejé mi cargo porque al final ya no sabía ni el título que tenía, pero tenía claro que era un proceso que incomodaba, generaba presión y me acercaba a los clientes. Algunos lo llamarían innovación.
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Por eso escribo esto: libre, ligero, suelto. Porque tomé la decisión que hace tiempo quería tomar: salir a emprender. Después de “emprender” dentro de Finkargo en una de las industrias más complejas (comercio exterior + finanzas).
Hoy decido ser CEO de una compañía que está próxima a salir al aire.
Me comprometo conmigo mismo a cerrar todos los capítulos abiertos y a entender que el camino al éxito se construye haciendo, no diciendo.
El primer capítulo que cierro es este: decirle adiós a esa empresa que me abrazó por tres años, con la que perdí la pena y abracé la autenticidad (aunque me haya costado el pelo).
Soy un calvo más de marketing, quien encontró la forma de hacer AI, no solo para procesos más eficientes, sino para hacer más fácil este lenguaje a todas las personas en Latinoamérica.
Mi objetivo: ayudar a mil personas a crear un mejor futuro usando tecnología para lograr imposibles.
Hace cuatro meses me he encontrado con varios: “Eso no se puede hacer”, y lo único que me he demostrado es que con ganas (y mucha AI) puedes hacer prácticamente lo que sea.
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Gracias a todos los que hicieron parte de este viaje, tanto en lo oscuro como en los claros, por permitirme ser la persona que soy ahora.
Tenemos ganas de construir país, región, pero sobre todo de transformar organizaciones desde adentro, porque hoy sé que se puede.
Mi padre tuvo más de 40 carros, se mudó más de 12 veces, creó cerca de 20 empresas. El cambio estuvo implícito en mi vida desde pequeño.
Durante mis primeros 12 años de carrera profesional nunca pude durar en un sitio más de un año. Mi mejor arma era irme de los lugares que me incomodaban.
Hasta que llegué a Finkargo. Después de tres años de echar raíces, de crecer, de abrazar la incertidumbre, aprendí una cosa: a sostener la incomodidad y encontrar qué hay al otro lado del miedo.
Fue un reto complejo pero apasionante. Estudié negocios internacionales y nunca ejercí. Hasta ahora.
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Después de un rebranding, construir una máquina de adquisición, colocar más de 50M USD en pipeline, entender más de 300 modelos de importadores y repetir como sonaja “somos una empresa obsesionada con el crecimiento de las importaciones en Latinoamérica”…
Llega el momento de decir gracias y hasta luego.Llegué siendo un chiquillo que creía saber de marketing. Me voy siendo un chiquillo que cree saber de AI y, sobre todo, cree en su capacidad para transformar el mundo.