5. Luis Cañas.
4. Trapiche roble.
Decir Malbec es decir Argentina. No hay otro país que haya desarrollado esa variedad con tal gracia, gusto y poder. Es un vino habitual ganador de medalla en la feria Expovinos y si lo descorcha en pleno asado (punta, hurrasco, bife, morcilla) tendrá la combinación perfecta.
3. Apothic.
Es un vino misterioso. Al primer trago se muestra rebelde, impredecible. Al segundo pronto queremos el tercer brindis. Y todo se explica en que es elaborado con una mezcla de cepas: Zinfandel, Merlot, Syrah y Cabernet Sauvignon. Un californiano que sabe acompañar unas costillas en salsa agridulce o bien, ensayen, una torta de chocolate.
2. Brisa rosé.
Con el dulzor justo, con el poder necesario, con la frescura adecuada, este chileno reúne las cepas Cabernet Sauvignon y Merlot. Lo bueno de los rosados es que tienen perfil de vinos blancos, pero espíritu de tintos y así, con esa versatilidad, se manejan en la mesa. Bueno para el atún o el salmón.
1. Gramona.
Ñapa: El Enemigo.
Otro argentino, elaborado por Alejandro Vigil, un rock star de las viñas. Es un Malbec con el que el enólogo rindió tributo a su hijo recién nacido (“El Enemigo”), en una muestra de muy buen humor, y con el que descrestó el mercado. Ideas de maridaje: solomito sterling, morcilla y, anímese, cheese cake de frutos rojos.