¿Los buenos somos más?

Ha hecho carrera una frase que refleja la falsa dicotomía en la que solemos interpretar la realidad. Ricos y pobres, inteligentes y brutos, uribistas y petristas, buenos y malos. Simplificación del mundo que no solo nos deja sin los necesarios matices de la existencia, sino que además parece obligarnos a tomar partido en uno de los bandos para combatir.

“Los buenos somos más” es una idea que pierde de vista que cada quien se considera ubicado del lado correcto de la historia y de la verdad. Recordemos que, en sus peores épocas de criminal, incluso Pablo Escobar afirmaba que lo suyo no era el negocio de las drogas, sino la lucha política por un verdadero cambio social en Colombia.

Recuerdo también que hace años comentaba con mis amigos las razones que me inclinaban a votar por un candidato presidencial, a lo que presurosamente uno de ellos respondió afirmando que mi decisión trataba de justificar lo injustificable, vendiéndole el alma al diablo. Él era de los “buenos” y yo, uno más de los “malos”.

Nos acercamos por estos días a una nueva época electoral en Colombia, en la que elegiremos Congreso y Presidente, la cual estará marcada por la crispación, el odio, la rabia, la indignación y la falacia del falso dilema, que nos obliga a elegir supuestamente entre dos únicas opciones, descartando otras alternativas válidas y posibles para el futuro próximo. Una realidad en blanco y negro nos hace perder de vista la valiosa escala de grises.

Hace poco fue archivada una investigación del Consejo Nacional Electoral contra un joven alcalde del Oriente antioqueño, por una denuncia según la cual su campaña habría omitido reportar múltiples actos públicos y el uso de, al menos, 14 vallas publicitarias. Mientras el burgomaestre celebraba en sus redes la dudosa decisión, no pudo dejar de aprovechar la ocasión para calificar de “cercano al petrismo” a un concejal opositor. Un “malo”, según el alcalde y él, por supuesto, un “bueno”.

La idea de que los buenos somos más puede ser bienintencionada, pero equivocadamente expresada. En efecto, somos más los que respetamos las normas, los que procuramos convivir en paz y los que evitamos robar o matar, pero no podemos declararnos libres de culpa. Las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestras realidades pueden ser muy diferentes a las que enfrentan otros seres humanos en otros contextos en los que, posiblemente, también cambiarán nuestros comportamientos.

“Cree en aquellos que buscan la verdad; duda de los que dicen haberla encontrado”, decía el escritor francés André Gide. Personalmente desconfío de aquellos que se consideran a sí mismos solo como “buenos” y desconocen sus necesarias sombras. La vida es muy compleja para dividirla simplemente entre buenos y malos. Todos tenemos de lo uno y de lo otro. Los buenos somos más, pero también los malos.

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