La historia de Malva comenzó en 2019 como un proyecto independiente que buscaba ofrecer un espacio físico para visibilizar el trabajo de diseñadores colombianos. En 2020, el grupo Boosting, con experiencia en marcas de lujo, adquirió el concepto con el objetivo de ampliar su impacto en América Latina. Desde entonces, la marca ha desarrollado una estrategia centrada en fortalecer el acceso de diseñadores locales y regionales a un público que demanda propuestas más conscientes y diferenciadas.
Actualmente, Malva opera siete tiendas en Colombia, dos en Perú y una en Panamá. A través de una curaduría que reúne tanto diseñadores consolidados como nuevas propuestas, la plataforma ha logrado integrar una oferta diversa que pone en diálogo la moda independiente con marcas internacionales. Según Ángela González, directora de producto de Malva, el proyecto busca “igualar el nivel de visibilidad entre marcas locales e internacionales”, bajo una lógica de complementariedad y no de competencia.
Una de las principales apuestas de Malva ha sido incorporar criterios de sostenibilidad y producción responsable, distanciándose del modelo del fast fashion. Esto se refleja en alianzas con marcas como Bella, que utiliza materiales de bajo impacto ambiental provenientes de Latinoamérica, y diseñadores como Alejandro Crocker, cuyo trabajo se basa en la transformación de prendas usadas en piezas únicas.
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Más allá de la venta de productos, la marca también ha generado una comunidad de consumo informada, interesada en el origen y la historia detrás de cada prenda. En ese sentido, sus tiendas funcionan como espacios de encuentro entre diseñadores y consumidores, facilitando un diálogo sobre el valor cultural de la moda y la necesidad de prácticas más sostenibles.
La expansión internacional también se ha planteado como una vía para responder a una necesidad latente: la falta de canales de distribución para diseñadores de la región. Para finales de 2025, Malva proyecta abrir nuevas tiendas en países como Guatemala, República Dominicana y Costa Rica, con el objetivo de seguir ampliando las oportunidades para el diseño latinoamericano.
En ese contexto, González subraya la importancia de que los nuevos emprendedores tengan una visión a largo plazo y estructuras sólidas.
“No se trata de un único producto que lo cambia todo. Hay que ser consistentes y adaptables. Ese ha sido uno de los aprendizajes más importantes”,
concluye.