Una ceiba de 168 años es el árbol más longevo de la ciudad

En plena avenida La Playa, frente a la Casa Barrientos y diagonal a la Clínica Soma, vive en pie el árbol patrimonial más antiguo de Medellín: una ceiba pentandra que fue sembrada en 1857.

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Con sus 25 metros de altura y un tronco de ocho metros de diámetro, esta ceiba es un monumento vivo, una catedral vegetal, una especie de ‘trastarabuela’ que ha sido testigo durante 168 años de los hechos más relevantes de la ciudad: tranvías, marchas, carnavales, funerales, inundaciones, festejos, alumbrados, reformas urbanas, construcción de edificios, canalización de la quebrada Santa Elena, fantasmas y, hasta, olvidos.

Alrededor de ella, la ciudad ha cambiado de nombre, de forma y de ritmo, pero la caibe sigue ahí: altiva, ancha y serena, como si supiera que su existencia también es resistencia.

Fue sembrada, dicen, por Gabriel Echeverry, un comerciante de las élites de la Medellín a mediados del siglo XIX que traía especies desde el Cañón del Cauca para enriquecer la flora local.

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A él se le debe buena parte de la arborización original del Centro. Gracias a su obsesión por el verde, hoy nuestra ciudad conserva joyas naturales como esta ceiba, que es uno de los 697 árboles protegidos por el Decreto 598 de 2019, que agrupa como patrimoniales y los declara intocables.

“Esta ceiba es importantísima no sólo por su edad, sino por lo que representa para el paisaje urbano y la memoria de Medellín”, dice Lucenit Solano Guerrero, profesional universitaria de la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito.

“Es la única que queda de esa época en esta zona. Las otras se perdieron por el crecimiento de la ciudad y por el cemento”, agrega.

A su alrededor, cuatro bustos vigilan en silencio: Luzmila Acosta de Ochoa, pionera de la psiquiatría en Antioquia; María Cano, escritora y defensora de los derechos de las mujeres; Rosita Turizo de Trujillo, líder del voto femenino y Guillermo Cano Isaza, periodista asesinado por defender la libertad de prensa. La ceiba y ellos comparten una condición: son memoria y mensaje.

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Tambien en su entorno hay un mobiliario donde los paisas se sientan a esconderse del sol o a esperar el bus. Muchos no saben que ese árbol que les regala sombra tiene casi dos siglos, que lo que parece rutina es en realidad un milagro de conservación, porque sí, conservar un árbol así, en pleno Centro de Medellín, no es casualidad.

Si alguna vez, usted como transeúnte, pasa por La Playa, no siga de largo. Mírela, salúdela, siéntese debajo, póngale nombre y acaricie el pasado, porque en este árbol no sólo hay historia, también hay esperanza. Foto: Alcaldía de Medellín.

Requiere seguimiento, jardinería constante, fertilización, remoción de suelo y, sobre todo, vigilancia social. “Este árbol no necesita podas, no tiene afectaciones. Pero lo que más lo protege es el reconocimiento ciudadano: que la gente lo entienda como un patrimonio”, insiste Lucenit.

Cuando pierde las hojas, muchos creen que se está secando; pero no, se renueva. Como los guayacanes y luego, de la nada, brota de nuevo. Primero con hojas rojas, encendidas y después verdes. Es una forma de renacer, un ciclo que se repite cada año, como si supiera que, a pesar del ruido, el humo y los afanes, aún hay tiempo para florecer.

Su copa enorme cubre casi media calle, y en los días de sol fuerte actúa como un aire acondicionado natural. En los de lluvia intensa, frena el agua, la amansa y la filtra. Es sombra, pero también esponja y es abrigo de aves nocturnas que, aunque no lo parezca, aún habitan en un centro lleno de ruido.

También es filtro contra los contaminantes, un pulmón secreto que respira por todos. Lucenit explica que: “En el corredor de La Playa tenemos unos 16 árboles patrimoniales, entre ellos ceibas, palmas de vino, carboneros zorros. Esta ceiba es la más longeva. Y fue protegida durante la renovación del corredor, cuando se le hizo una jardinera especial y se reforzaron sus cuidados”.

Según registros históricos cotejados con fotografías de la época. No hay en la ciudad otro árbol urbano más viejo ni más testigo del acontecer de la ciudad que esta ceiba de 168 años. El emblemático árbol está ubicado en la av. La Playa, a un costado del ed. Vicente Uribe Rendón. Foto: Alcaldía de Medellín.

Hoy, gracias al decreto 598 de 2019, estos árboles no pueden ser talados por capricho ni por presión inmobiliaria. Son figuras legales y protegidas. Desde la Alcaldía de Medellín se les cuida como lo que son: herencias vivas. Cada árbol patrimonial está registrado en el Sistema de Árbol Urbano (SAU).

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