Soy hincha del poderoso desde pequeño y seguro no fue una elección racional, es un estilo de vida que, aunque es un poco sufrido, fue un latido que se sincronizó con mi corazón y que, a pesar de las derrotas, sigue sin apagarse.
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Hay derrotas que duelen más que otras y sensaciones que no tienes cómo explicar. Es una tusa emocional que no entiendes, en la que te haces muchas preguntas y la mayoría no tienen respuestas. Perder finales para los hinchas del Independiente Medellín se ha convertido en un ritual que mezcla esperanza, frustración y reflexión. Pero más allá del resultado, cada final perdida me recuerda algo más profundo, la importancia de la mentalidad, la pasión y la cultura.
Según Carol Dweck, el 85 % de los líderes con mentalidad de crecimiento logra mejores resultados en sus equipos frente a los que tienen mentalidad fija. Esa mentalidad con miedo a perder, no con hambre de ganar.
En la cancha no se gana solo con talento. Se gana con liderazgo, con un equipo que cree, que sostiene la cabeza en alto cuando todo parece perdido, y que no baja los brazos ni siquiera después de un gol en contra. Esto no es muy diferente a lo que sucede en las empresas.
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Muchas organizaciones tienen buenos productos, grandes estrategias y un equipo lleno de talento. Pero cuando falta una cultura sólida, cuando el propósito no está claro o cuando el líder no sostiene al grupo en los momentos críticos, el resultado termina siendo como el del Medellín, otra final perdida.
El verdadero líder no es solo el que marca el gol decisivo. Es el que habla con el árbitro para calmar las aguas, el que pone el pecho cuando hay que asumir la culpa y el que motiva cuando todo parece oscuro. Ese es el liderazgo que hoy marca la diferencia. En el mundo empresarial, es el CEO que enfrenta al cliente inconforme, el gerente que protege al equipo en medio de un recorte presupuestal o el fundador que sigue creyendo cuando nadie más lo hace.
La cultura, por su parte, es esa táctica silenciosa que no aparece en el tablero o en una presentación de Power Point. Es la forma como los jugadores se miran antes de un penalti, la manera como un equipo entero se levanta tras un error. En la empresa, es cómo hacemos las cosas cuando nadie nos está viendo, como nos hablamos en los pasillos, cómo enfrentamos los retos y cómo celebramos las pequeñas victorias.
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Hoy, el Medellín nos recuerda que la próxima final no empieza el día del partido. Empieza en los entrenamientos, en los liderazgos invisibles y en las conversaciones difíciles que construyen confianza.
Porque al final ganar no es solo un marcador. Ganar es construir una cultura donde todos creen, todos confían y todos están dispuestos a dejarlo todo por el equipo.
La próxima final, sea en la cancha o en la vida, se empieza ganando hoy.
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