¿Quién soy yo como líder?

¿Cuántas veces hemos oído la frase “eso se queda en la casa” o “eso no se trae del trabajo”? Como si fuéramos dos personas distintas. Como si liderar bien significa dejar pedazos de uno mismo en la puerta. Pero, ¿y si lo que más potencia nuestro liderazgo no es lo que dejamos fuera, sino todo lo que decidimos traer con nosotros?

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Liderar desde la autenticidad es uno de los desafíos más urgentes de esta época. Porque no hay transformación sin identidad, y no hay liderazgo sin conexión.

Hace poco leí un artículo de Harvard que me hizo una pausa larga. Se llama Who Are You as a Leader?, de Paul Ingram, y plantea algo que evitamos explorar: que para alcanzar nuestro máximo potencial como líderes, tenemos que entender quiénes somos realmente. Suena obvio, pero es brutalmente retador.

Ingram propone crear un Identity Map: una hoja con la palabra “Yo” al centro, y alrededor todas las dimensiones que te definen: carrera, familia, intereses, pasiones, creencias, incluso las que sueles ocultar por miedo al juicio. Es un ejercicio poderoso porque nos recuerda que no lideramos desde una sola parte de nuestra vida, sino desde todas.

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Esto me conectó con otra autora que admiro profundamente: Maria Shriver, quien en su libro “I Am Maria” lanza una pregunta desarmante:  “Who am I, when no one is watching?”, una invitación a dejar de actuar para el mundo y empezar a vivir desde lo que realmente somos.

Yo también trabajo esta pregunta con mis clientes. Estoy a punto de certificarme como coach en IPEC, y una de las primeras herramientas que usamos es la Rueda de la Vida y la Rueda del Trabajo: ¿Cómo se ve tu vida hoy? ¿Dónde estás invirtiendo tu energía? ¿Qué valores te mueven? ¿Qué partes de ti estás dejando fuera?

Porque no somos solo un rol. Yo no soy solo Marcela, profesional. También soy mamá, mujer paisa, lectora, amante del running, respiro (mucho), monto bicicleta, coach. Y sí, también soy tímida, a veces insegura, controladora. Me cuesta delegar, confiar, soltar. Temo perderme. De hecho, ya me perdí una vez. Y aún así, aquí estoy. Y cuanto más conecto con todo eso, mejor lidero. Más real. Más presente. Más humana.

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El artículo lo confirma: quienes reconocen y visibilizan más dimensiones de su identidad tienen redes más amplias, mayor bienestar y más efectividad. Por el contrario, quienes esconden partes de sí mismos (por miedo, vergüenza o presión social) terminan agotados, aislados y desconectados.

Tal vez por eso, Herminia Ibarra en Working Identity insiste en que todo cambio profundo requiere alinear lo que hacemos con lo que somos. Y eso se logra contando y reescribiendo nuestra historia hasta que encaje, con verdad, en nosotros.
Y para quienes solo miden resultados: este tipo de liderazgo no solo genera conexión. También impacta el desempeño, fortalece redes y abre nuevas oportunidades. Porque liderar desde la verdad es también una estrategia de crecimiento.

Y si a eso le sumamos algo más: cuando nos atrevemos a ponerlo todo sobre la mesa lo que somos, lo que nos mueve, lo que aún estamos trabajando no solo nos entendemos mejor. También nos acercamos más a otros. Porque cuando vemos tantos nudos, pasiones, contrastes y coincidencias en los demás, se hace más fácil crear conexión, abundancia y crecimiento compartido. Así, diferentes y completos, crecemos juntos.

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Así que, la próxima vez que te preguntes cómo ser un mejor líder, empieza por una pregunta mucho más poderosa:

¿Quién soy yo… de verdad?

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