Medellín: una ciudad que se transforma, emplea y ofrece futuro

Recientemente, Medellín nos sorprendió con una noticia esperanzadora y llena de futuro: estamos experimentando una racha sostenida de oportunidades de empleo, que resulta aún más valiosa en medio de los retos sociales y políticos del país. Según la última medición trimestral del DANE, la tasa de desempleo de la ciudad fue de 7,6 %, una de las más bajas en la última década, muy por debajo del promedio histórico nacional del 10 %. 

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Este logro es meritorio, además, porque ocurre en un contexto de transformación demográfica desafiante. El número de personas en Medellín se incrementa no solo por el crecimiento natural de la población, sino también por la llegada de migrantes (nacionales e internacionales), que encuentran en este valle un lugar para construir sus proyectos de vida. Y aun con esa presión poblacional, Medellín responde: estamos generando empleo y ofreciendo oportunidades.

¿Cómo se explica esta capacidad de la ciudad? Una parte importante de la respuesta está en la diversificación económica. El Producto Interno Bruto (PIB) de Medellín refleja un equilibrio que combina tradición e innovación. Sectores como el comercio, las finanzas y la industria manufacturera continúan siendo fundamentales, pero han sido acompañados por otros que crecen con fuerza: las actividades profesionales y científicas, y especialmente las tecnologías de la información y las comunicaciones. Medellín desde hace mucho no solo fabrica y comercia; sino que también diseña, programa y sobre todo, apuesta por la innovación para mejorar la calidad de vida de quiénes la habitamos y reciben nuestros productos y servicios.

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No es casual que nos llamen la capital de la innovación en Colombia. Medellín ha aprendido a reinventarse desde lo social y lo económico. Transformando una vocación industrial manufacturera hacía una economía de conocimiento y servicios especializados. Un espíritu emprendedor que se traduce en confianza. Nuestra ciudad es uno de los destinos favoritos de los nómadas digitales y según la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, en 2023 se crearon más de 30.000 nuevas empresas. Hechos que confirman el dinamismo económico y esperanza en las oportunidades que ofrece nuestro territorio.

Todo esto dialoga con los hallazgos y propuestas del informe Antioquia Emergente, que destaca cómo Medellín y su área metropolitana han pasado de una economía basada en oficios tradicionales a insertarse activamente en cadenas globales de valor. Energía, salud digital, educación tecnológica, servicios creativos: nuestra ciudad se está posicionando como una “región creativa global” con potencial industrial y de servicios de futuro

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Esta transformación no ha sido casual. Es el fruto de décadas de trabajo conjunto entre lo público y lo privado, entre instituciones y ciudadanía. Un cambio que es resultado de iniciativas privadas visionarias, apuestas públicas sostenidas, liderazgo cívico y el compromiso histórico de instituciones como las universidades públicas y privadas, la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, Proantioquia, Comfama, Comfenalco, Fenalco, Ruta N, CREAME, Tecnnova; entre muchas otras. Que han promovido el desarrollo del talento, la cualificación de la oferta de servicios en la ciudad y la creación de capacidades diferenciadoras para un ecosistema emprendedor cada vez más sofisticado.

¿Pero es sostenible esta buena racha? Esa es una pregunta necesaria. Aunque los números son positivos, la informalidad laboral todavía ronda el 38 %. Una cifra mejor que el 50 % en que se encuentra el promedio nacional, pero aún insatisfactoria. En Medellín muchos trabajadores no acceden a la seguridad social o a condiciones laborales dignas. Además, las brechas entre las habilidades que exige la nueva economía y las que ofrece el sistema educativo persisten. Crear empleo no es suficiente. Necesitamos que ese empleo sea justo, estable y acorde con los desafíos de las industrias 4.0 y su contexto social.

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La conexión entre industria, tecnología y educación seguirá siendo la clave. Esfuerzos como los del CUEE son admirables. Medellín ha dado pasos acelerados con iniciativas como la Ciudadela de la Cuarta Revolución Industrial y programas de bilingüismo y formación digital. Pero no podemos detenernos. La formación en habilidades 4.0, la reconversión laboral y una educación pensada para toda la vida serán esenciales para que nadie se quede atrás. Que el aparente éxito que hemos logrado no nos detenga ni nos reste sentido de urgencia.

Como ciudadanos, el reto lo tenemos todos. Para consolidar lo logrado y seguirlo mejorando requerimos garantizar el acceso equitativo a las oportunidades. Romper con la inequidad de imaginarios en nuestra ciudad es tan imperante como seguir invirtiendo en la cualificación técnica de nuestro talento humano. Desarrollemos el liderazgo de nuestros niños y jóvenes. Celebremos, sí, porque tenemos una Medellín con muchas posibilidades. Pero no bajemos la guardia, el empleo de calidad y la sostenibilidad empresarial son la verdadera medida del éxito económico. Y ese éxito solo tiene sentido si se traduce en bienestar real para todos lo que habitamos la ciudad.

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