“No debemos dejar de pensar y hablar de la belleza, porque el corazón humano no necesita solo el pan, no sólo necesita lo que garantiza su supervivencia inmediata: necesita también la cultura, lo que toca el alma, lo que le acerca a su profunda dignidad. Por eso la Iglesia debe dar testimonio de la importancia de la belleza y la cultura, dialogando con la particular sed de infinito que define al ser humano”.
Con estas palabras, el papa Francisco inauguró una exposición en la Biblioteca Apostólica Vaticana en 2021. Miles de letras, oraciones y lágrimas se han derramado sobre el papa Francisco. Es imposible mostrarse indiferente a lo que hasta ahora ha sido el hecho más importante del año. Se ha apagado la voz que abogaba por las principales causas ambientales, culturales, sociales y políticas. Bergoglio fue uno de los pontífices más cercano a la cultura y por esto hoy la cultura se despide de su voz, que invitó con amor, en cada momento que pudo, a que, como seres humanos, comprendamos la importancia del arte.
El papa creía profundamente en el poder transformador de la creatividad y lo manifestaba continuamente. Tenía una mirada amplia, honda y generosa sobre todas las expresiones artísticas. Fue el único pontífice que visitó la Bienal de Venecia. Cinéfilo, amante de la música, con una relación íntima con la literatura.
En julio de 2024, escribió una carta sobre el papel de la literatura en la formación a los candidatos al sacerdocio en la que dijo: “Un buen libro, al menos, nos ayuda a ir sobrellevando la tormenta, hasta que consigamos tener un poco más de serenidad”. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura en un colegio jesuita donde enseñaba los dos últimos años de bachillerato.
Una de las ideas más poderosas para la cultura del papa, es su propuesta de la llamada Cultura del Encuentro, una invitación tan importante en su pensamiento, como única en nuestro tiempo. “No se trata simplemente de ver, sino de mirar; no se trata simplemente de oír, sino de escuchar; no basta con encontrarse o pasar al lado de las personas, sino detenerse y comprometerse con ellas en las cosas que realmente importan (cf. Flp 1,10). También es estimulante, porque compartimos nuestro camino con
los demás, nos apoyamos mutuamente en la búsqueda de la verdad y nos esforzamos por tejer una red de relaciones que haga de nuestra vida en común una verdadera experiencia de fraternidad, una caravana de solidaridad, una santa peregrinación”.
La cultura es lo que nos permite encontrarnos, abrir y ampliar nuestra mirada. A través del arte, del cine, de la literatura o de la música comprendemos un mundo que a veces se siente ajeno a nosotros. Es quizás en este tiempo cuando más cerca se han encontrado estos mundos: arte-cultura contemporánea y catolicismo. Esto es lo más interesante e importante que nos deja el trabajo del papa Francisco: la creación de puentes entre los mundos, las ideas, los territorios y las distintas fes. Un papa que tendió
puentes entre mundos impensables.