El diccionario de la Real Academia lo define con claridad. Un “líder” es una persona que dirige o guía a un grupo, una persona que es reconocida como orientadora o jefe. También puede tratarse de alguien que ocupa los primeros lugares en alguna competencia o evento deportivo.
Más allá del tipo de situación, estas personas tienen algo en común: la posibilidad de hacer transformaciones, inspirar o llevar a otros hacia un objetivo. Este tema del liderazgo se vuelve fundamental en un país como Colombia. Y en un mundo que se transforma a grandes velocidades.
Conscientes del poder del liderazgo y motivados por la curiosidad de entenderlo, están Dana Benarroch, comunicadora social y experta en temas de felicidad y liderazgo. En su recorrido, ha sido alumna de Tal Ben Shahar, uno de los psicólogos y profesores más destacados del mundo en estos temas. También es, actualmente, una de las profesoras de la Diplomatura Liderazgo desde la Felicidad que ofrece la Universidad Pontificia Bolivariana.

Quirama (en el Oriente antioqueño), una institución que se ha encargado de formar y de acompañar a muchos de los líderes de la
región y el país.
A su voz se suma la de Mauricio Cardona, antropólogo, estudioso de las motivaciones humanas e interesado en acompañar a los líderes de la región y del país a través de asesorías y programas académicos.
Un liderazgo más humano
Al hablar sobre el futuro, Dana Benarroch explica que “la revolución industrial, como la revolución informática, entre otras, tienen algo en común: nos están dando más tiempo”. Pero, ¿qué estamos haciendo con ese tiempo libre? “¿Qué estamos haciendo con esa libertad?”.
Y agrega: “Paradójicamente, tenemos menos tiempo que antes. Pasamos horas conectados a las pantallas, trabajando más o ‘despejando la mente’ en redes sociales o videojuegos. Y por consecuencia, pasamos menos tiempo real con nuestros seres queridos, amigos y colegas del trabajo. En otras palabras, tenemos más tiempo para disfrutar experiencias reales con personas reales, pero nos estamos dejando llevar inadvertidamente por los anzuelos que el marketing digital bien sabe aprovechar”.
El futuro del liderazgo lo tiene claro: “Es ya un presente que va avanzando a pasos agigantados cada vez que parpadeas. Los índices de desmotivación por la vida van en aumento en organizaciones, colegios y universidades. ¿Qué podemos hacer? Conectarnos más tiempo con seres humanos reales, abrir consciencia de lo que realmente nos hace felices. ¿Cómo lo descubrimos?
Simplemente observa tu naturaleza humana: el predictor número uno de felicidad son tus relaciones significativas, humanas, reales. Personas con las que puedes contar, llamar a las 3 de la madrugada, si lo necesitas. Y ellas también pueden contar contigo. Este tipo de relaciones se cultivan con tiempo real, hablando y escuchando, compartiendo, divirtiéndose, creciendo juntos, a través de la resolución de conflictos”.
Y concluye: “El futuro del liderazgo, que es ya, es un liderazgo más humano, más cercano, con mayor con-tacto humano, que propicie la felicidad desde esa naturaleza humana”. A través de su experiencia con personas y grupos ha comprobado el poder de las relaciones.
Liderazgos colectivos
Al respecto, Mauricio Cardona opina: “Necesitamos liderazgos colectivos, no individuales. Se acabó el mundo de los líderes individuales, de las figuras, de los héroes. Los líderes para el mundo de hoy, de cara a la sostenibilidad de nuestra sociedad planetaria, deben ser (y ya lo están siendo) líderes cuya fuente de poder no provenga de sus posiciones en jerarquías, ni del estatus, ni del prestigio, ni de las prebendas, ni de la capacidad de seducir, manipular y controlar para salirse con la suya”.
Y agrega: “Debemos construir liderazgos y sociedades que sigan las leyes de la naturaleza, de la vida misma que piensen en el bien común. El experimento de la modernidad, de construirlos por encima y separados de ellas, no ha funcionado. Tiene toda la lógica pensar que la separación, producto de la soberbia humana, echó la línea de progreso en una dirección que necesita ser corregida. Ya autores como Max Neef y Pigem, entre otros, lo habían advertido”.