No sangran a simple vista, pero duelen, complican la curación y prolongan las hospitalizaciones. Se trata de las MARSI (Medical Adhesive-Related Skin Injury), lesiones cutáneas causadas por apósitos, vendajes y otros dispositivos médicos. Pese a afectar a millones de pacientes en el mundo, siguen siendo una herida invisible dentro del sistema de salud.
En Colombia, como en muchos países, estas lesiones ocurren con más frecuencia en adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y recién nacidos. El problema es más grave de lo que parece: según estudios clínicos, hasta un 37 % de los pacientes hospitalizados pueden desarrollar algún tipo de MARSI. Los síntomas van desde irritación y ampollas hasta desgarros en la piel o infecciones, muchas veces silenciosas.
“La piel es una barrera vital que muchas veces ignoramos. Cuando no se cuida bien, las consecuencias son dolorosas y costosas”,
afirma Carol Serna, Clinical Lead de Essity en Colombia.
La especialista explica que la falta de formación del personal, el uso de productos inadecuados y la presión por ahorrar recursos llevan a que muchos pacientes sufran innecesariamente.
La campaña Cuidando cada vida, cada historia, de la marca Leukoplast, busca justamente visibilizar este problema. A través de capacitaciones y promoción del uso de apósitos con adhesivos de silicona, la iniciativa quiere reducir las MARSI y mejorar los resultados en el cuidado de heridas. Según estudios citados por la marca, un 88 % de los pacientes reporta menor dolor al retirar apósitos de silicona frente a los tradicionales.
Evaluar la piel antes de aplicar cualquier adhesivo, elegir materiales adecuados y enseñar a removerlos correctamente puede marcar la diferencia. La piel frágil no debería ser sinónimo de heridas inevitables. En una época en la que la humanización del cuidado toma fuerza, mirar la piel también es mirar al paciente. Porque una venda mal retirada también puede dejar una cicatriz.