Sara, Mariana y David se proyectan como los futuros campeones del bolo en Antioquia. Hermanos, amigos e inseparables competidores
Por José Fernando Serna Osorio
A duras penas puede con los 12 kilos que pesa la bola. Y aunque por fuera de la pista es una descarga de sonrisas, inocencia e inquietud, cuando soporta ese gran objeto en sus frágiles manos a Sara la invade un halo de seriedad inquebrantable. Es una alumna aventajada del bolo y solo tiene 11 años.
El aire acondicionado de la Bolera del Inder refresca en el interior una calurosa tarde en Medellín. Junto a su hermana gemela Mariana y su hermano David, de 13 años, forman uno de los tríos con mayor proyección en el bowling de Antioquia, nombre con el que se reconoce a nivel internacional esta práctica deportiva. “Si siguen así de juiciosos se cansarán de ganar”, dice un hombre desprevenido que los ve a lo lejos mientras entrenan.
Son tres, de la misma casa y con las mismas expectativas. Aunque tienen que combinar el entrenamiento con las matemáticas, las ciencias sociales o el inglés en el Colombo Británico de Envigado, los aplicados estudiantes le encontraron el “efecto” a esta disciplina de la que ya han sentido la recompensa con la consecución de títulos.
Sara, de gran técnica, pese a su corta edad, fue recientemente Campeona Master de la categoría Sub 16. Cuenta que junto a sus hermanos conocieron este deporte gracias a la afición de su papá, Jaime Duque, quien los contagió y de quien aprendieron las primeras bases para su práctica. Lo mismo de su madre Isabel Cristina, que ha sido ese apoyo incondicional para los tres niños que sueñan con algún día llegar a la Asociación Profesional de Boliche de Estados Unidos (PBA, por sus siglas en inglés).
“También juego fútbol. Juego de lateral en el equipo de Formas Íntimas, pero en el futuro quisiera ser médica especialista en deporte, porque me gusta mucho estar vinculada a todo lo que tenga que ver con diferentes actividades”, dice Sara, como si llevara un adulto en su interior.
Por su parte David, el mayor de los tres, ha cumplido ha cabalidad con el papel de ser el único hombre, y pese a sus 13 años, les ha enseñado trucos y compartido consejos para que las gemelas sigan puliendo su talento. Reconoce que tiene que aprender de ellas también y por eso intenta tener la misma tranquilidad de Sara y la constancia en los lanzamientos de Mariana.
“Mi hermano tiene muy buen péndulo (movimiento técnico en el momento de la ejecución del ejercicio) y hace muchas moñonas (tumbar todos lo pines de un solo golpe)”, comenta Mariana sin pena delante de David.
También amante del fútbol, el joven bolichero ha mezclado el estudio y el bolo con esa pasión. Caso contrario le pasa a Mariana, la “menor”, quien desistió del balompié y se decidió por el voleibol. Hermanos que se complementan con la inocencia propia de sus edades y que tienen el anhelo de estar en un par de años integrando la selección Colombia de esta disciplina. Para ellos el orgullo máximo será cuando representen el país, coinciden.
El máster
El talento de los hermanos Duque no cayó del cielo o mucho menos llegó rodando como bola. Dos veces por semana asisten a la Bolera para atender la orientación de su entrenador, Santiago Mejía, un consagrado campeón del bowling que inició el proceso de los tres hermanos y hoy los proyecta para ser tan importantes como él.
Mejía, que lleva 28 años practicando bolo, es campeón Nacional, medallista de oro en Juegos Bolivarianos, Centroamericanos y del Caribe, y campeón en Juegos Panamericanos. Reconoce en ellos un gran potencial y espera que en dos años se pueda iniciar el proceso de competición para que vistan el tricolor Nacional.
“Sara ha demostrado mucho temperamento a la hora de competir. Una mujer enfocada, concentrada y no es miedosa. Le gusta la competencia. Mariana es un poquito más temerosa, le da más nervios, pero es muy apasionada por lo que hace. David es temperamental, tiene una forma de ser tranquila durante las competencias, pero es enfocado y tiene temple”, comenta el entrenador que también es sicólogo deportivo.
Santiago es consciente reconoce las limitantes que hay en nuestro país para el pleno desarrollo de bolicheros.
“Somos potencia mundial en este deporte, en cuestión de resultados, pero no nos preparamos como potencia. Tenemos campeones mundiales y en todos los torneos, inclusive en el ciclo Olímpico, pero no nos lo creemos. Ahí radica el problema”, asegura Mejía.