Sabías que el viaje que ibas a emprender no era sencillo, que estaría lleno de retos, de noches sin dormir, de minutos de ansiedad, de días de incertidumbre en los que la pregunta sobre si habías elegido el camino correcto se apoderaba de tus pensamientos; pero, al final del día, el latido de tu corazón te respondía que todo estaba bien y esa sensación del deber cumplido, inundaba todo tu ser.
En lo profundo, inhalabas, exhalabas y sentías esa alegría que nace desde el alma, que se va expandiendo por tus sentidos y te llena el corazón: la satisfacción que brinda hacer bien las cosas.
Te he visto crecer, he visto cómo las facciones de la adolescencia se han ido transformando en la sabiduría del alma adulta, pero también he visto cómo ese deseo que ardía en tu corazón por alcanzar nuevos horizontes, a veces, pareciera que se ha ido apagando…
Entiendo que las situaciones externas que no están bajo tu control, te han golpeado y que la forma en la que ha sido diseñado el mundo no ha sido tan amigable con tu corazón humano… Y, precisamente por eso, he venido: tu motivación ha buscado en todos los rincones y cajones de tu memoria y finalmente, me ha encontrado y me ha traído para que juntos podamos recordar…
Recordar lo que nos hacía felices…
Recordar lo que nos hacía suspirar…
Recordar el porqué de lo que hacemos y el para qué lo hacemos…
Recordar lo que hacía que cerráramos nuestros ojos y abriéramos las alas de nuestros sueños, y mediante un salto de fe y confianza, diéramos ese primer paso…
He venido para decirte que no te rindas, que no dejes de sonreír ni de alegrar a los otros con tu buena vibra, con tu compromiso por cuidar del otro, con tu deseo de ayudar y dar lo mejor de ti en cada acto que realizas, porque gracias a ti es que todo esto tiene sentido.
Cuando te miro a los ojos veo, todavía, esa esperanza que tenías años atrás, veo ese coraje que quiere demostrarle al mundo todo lo que eres capaz de hacer, veo esas ganas de servir, de cambiar la realidad de alguna manera y de impregnar tu huella en todo lo que haces.
Te admiro demasiado, te quiero y siento un gran orgullo cuando veo en lo que te has convertido, y no puedo esperar a que pase el tiempo para ser como tú.
Con todo mi amor…
Tu “yo” del pasado.