La editora me recordó por whatsapp: “Para mañana tenemos programada su primera columna de este año.”
Mmmm ok… sobre qué podría escribir… me pregunté.
Haber vivido los momentos más difíciles de mi vida a finales del año pasado y comienzos de este me ha permitido una perspectiva diferente de la vida que no podría privarme de intentar compartir con ustedes; es un camino lleno de aprendizajes. Hoy, a comienzos del 2025 estoy bien, realmente bien. Ha sido un camino que seguramente yo no hubiera elegido, o no hubiese sido capaz de tomar; sin embargo, hoy lo miro con gratitud y asombro como el gran MAESTRO.
Objeto de otros escritos serán los detalles de lo sucedido; no obstante, puedo decir que atravesé un par de “noches oscuras del alma”. Noches en que pensé que no superaría el dolor que sentía. Este término fue acuñado por San Juan de la Cruz para describir el proceso de purificación espiritual que una persona atraviesa para alcanzar la unión con Dios. Es una profunda crisis emocional y espiritual; experiencia de sufrimiento, duda y vacío; pero también de transformación y crecimiento.
Solo hablaré de mi dolor y mi percepción de las cosas, respetando profundamente el dolor sentido por otras personas. Los rompimientos a mi me dan dolor en el pecho, es un dolor que arde por dentro y no se quita; en el plexo solar que rodea el corazón. Tenía días en que sentía que mi dolor estaba en una escala de 10/10, es decir, máxima potencia. Curioso como siempre he sido, tome la decisión de ponerme un monitor externo de glicemia (mide el nivel de azúcar en la sangre). Esto lo hago periódicamente, ya lo he repetido unas 15 veces para entender y aprender como funciona mi cuerpo, hasta ahora, principalmente en relación con los alimentos y el ejercicio. Mi raciocinio fue: ¿Cuándo más podría uno sentir una tusa extrema para ver que pasa con sus niveles de glicemia? ¡Ojalá que nunca más!… pensé. Era ahora o nunca.
Me lo instalé… parecía que estaba malo. Los niveles en ayunas eran cercanos a 150mg/dL. Para referencia, una glicemia, un solo examen de glicemia en ayunas igual o mayor a 126 mg/dL es indicativo de un diagnóstico automático de Diabetes mellitus. A la tusa se sumó una lipotusa, es decir, dejé de comer de manera regular, con el apetito en 0 durante días seguidos. Bajé 5 kilos, y extrañamente la glicemia seguía en las nubes… me empecé a preocupar, me pregunte: “¿Y si me quedo así?.”
Como todo en la vida, el dolor pasó, aceptamos, nos adaptamos y vamos sanando. El dolor desapareció por completo: 0/10. Hoy mi glicemia esta en 75 mg/dL en ayunas; es decir, estoy regio y apoteósico… mas saludable metabólicamente que nunca.
¿Por qué sucede esto? Les explico de manera simple:
- El cuerpo necesita la glucosa (azúcar) para alimentar todas su células.
- El cuerpo tiene la capacidad de almacenar azúcar de reserva y producir azúcar de otros componentes.
- El estrés genera una reacción en el cuerpo que secreta cortisol. Esto en preparación para huir o pelear.
- El cortisol se encarga de que haya mucha azúcar disponible en la sangre para poder reaccionar ante la amenaza.
- Cuando la amenaza se vuelve crónica, el cuerpo se vuelve ‘temporalmente’ diabético, pone azúcar a disposición de los músculos para luchar o huir.
En conclusión, sanar el corazón es una prioridad por muchas razones, entre ellas por tu salud metabólica. Nuestras emociones afectan tanto nuestro metabolismo como los alimentos que consumimos. Necesitamos hacer una gran escuela emocional, para grandes y chicos. Para todos sin excepción.
Termino por recordarles que somos pasajeros, efímeros, breves y momentáneos. Un minúsculo suspiro de la creación. También somos eternos, permanentes, trascendentes y parte única e irrepetible de la vida. Esa perspectiva miro sucesos de mi vida con ojos de observador que ha atravesado y sigue caminando por un camino tan difícil, como interesante y lleno de promesas.
Feliz año 2025 para todos.