El poder de creer en nuestra voz

Cuando recibí la invitación para escribir en esta columna, realmente la invitación era para mi esposo, lo querían a él o alguien que escribiera en su nombre. Pero cuando él les dio un NO rotundo, y dijo que solo aceptaría que yo escribiera si lo hacía en mi nombre, fue un voto de confianza y un reconocimiento a lo que soy y lo que represento. 

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En la vida nos encontramos con muchas personas que nos dicen que no, pero hay algunas muchas o pocas que nos dicen que sí, que confían en nuestras capacidades y que nos dan ese empujón que necesitamos para mostrar lo que podemos hacer y de lo que estamos hechos. 

Que el orgullo no nos juegue una mala pasada. Frases como “al cabo que ni quería”, “ya no quiero” o “entonces no” hablan desde el orgullo y la rabia. Debemos lograr que el orgullo nos impulse y no nos ate. Que nos ayude a decir, sí lo voy a hacer, yo puedo lograrlo, si quiero, voy por eso que me gusta. El mundo es de los que se deciden a dar un paso adelante, así sean empujados. Y en el momento de estar al frente, es donde podemos demostrar que tenemos una voz y mientras más sincera y real sea, más va a resonar en el tiempo. 

Agradezco al universo, a la vida, a mi esposo y a Vivir en el Poblado por darme la oportunidad de tener este espacio para expresarme, para hablar un poco de lo que pienso como mujer, empresaria, mamá, líder, esposa y ciudadana. Por dar una voz de aliento en los momentos difíciles que vivimos en nuestros roles y decirles que sí es posible. Pero también por permitirme compartir alegrías como la que siento en este momento que puedo decir que lo logré, que valió la pena, que no importa si en un principio el llamado no era para mí, lo importante es que logré hacerlo y disfrute el proceso.

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¡Hay tantos aprendizajes que me deja esta experiencia! Recuerdo que el primer escrito me tenía muy nerviosa. No sabía si debía hablar como mi esposo, que es un teso, pero también es muy distinto a mí, si debía hablar en nombre de mi empresa o debía hacer un escrito muy técnico. Recuerdo que hice dos escritos. Uno hablando desde mi autenticidad y con mi estilo, otro más técnico y empresarial. Luego de dar muchas vueltas decidí enviar el primero que era con el que me sentía más cómoda, pero lo hice con muchos días de anticipación, esperando tener alguna sugerencia o recomendación de los editores. Todos los días revisaba la bandeja de entrada para tener tiempo de hacer las correcciones, pero no llegó nada. Una vez publicado el artículo, mi impostora salió a flote y me dije, seguro se les pasó revisarlo, quien sabe que dirán ahora que este publicado. Tenía miedo de compartirlo, no sabía si les iba a gustar, pero contrario a mis miedos recibí muy buenos comentarios, algunas personas se identificaban con lo que escribía y con el pasar de los meses me agradecían por los consejos y recomendaciones. Realmente lo había logrado. Cuando escribimos buscamos transformar, impactar, entretener o conectar con un grupo de personas. 

Me gusta escribir, pero pocas veces saco tiempo para hacerlo. Otro aprendizaje que me dejó esta experiencia es que debemos sacar espacio en nuestra agenda para hacer lo que nos gusta. Disfruté cada escrito: construirlo, leerlo y releerlo. Disfruté de escoger el título y leer los comentarios de la gente. Pero el mayor aprendizaje que me dejó esta experiencia fue aprender a confiar más en mi voz, lo que soy, lo que represento, y hablar desde mi realidad y mi autenticidad.

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Deseo que el nuevo año esté lleno de oportunidades y de pasos adelante con la certeza de que daremos lo mejor de nosotros. Feliz Navidad para todos y los mejores deseos para el año que viene.

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