Federico Ríos, un nómada que observa

Darién, así se titula el nuevo libro del fotógrafo colombiano Federico Ríos. Un recorrido en imágenes por la selva del Darién que sigue el azaroso camino de los migrantes que desean entrar a Estados Unidos. Hablamos con él.

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La obra de Federico Ríos Escobar diluye la apatía. El poder de sus imágenes llama a la reflexión, conecta con lo más profundo del ser humano. Así ha sido a lo largo de sus investigaciones que lo han llevado por selvas y caminos espinosos, por ríos turbulentos y empinados riscos. En sus travesías por la bella y rica geografía de Colombia, ha encontrado hondas contradicciones: la belleza y el horror se unen, comparten un espacio.

En su libro titulado Darién hay un recorrido por la selva que sigue paso a paso a los migrantes que tienen un sueño: llegar a Estados Unidos con la ilusión de un futuro mejor del que podrían tener en sus países de origen. Esas imágenes se detienen en personas de distintas procedencias, colombianas, venezolanas, cubanas; algunas vienen de África y otras de Oriente. A pesar de sus diferencias, de sus distintas lenguas y credos, se unen en sus huellas. Un álbum en el que las fotografías se acompañan con textos breves que ayudan al lector a ubicarse, a descubrir quién es aquel o aquella que mira a la cámara. O que da la espalda.

Federico Ríos ha sido reconocido con numerosos premios a lo largo de su carrera como fotógrafo. Presentó Darién en Manizales, Bogotá y Medellín. En Estados Unidos, lo dio a conocer en Nueva York (Bronx Documentary Center) y Cambridge (Harvard University Center). Ha publicado en el New York Times y National Geographic, entre otros medios. Foto cortesía.

Federico se define como un nómada que tiene puesta su mirada en el afuera, como un observador. Así lo dijo en conversación con Vivir en El Poblado pocos días después de presentar su fotolibro en el Museo de Antioquia. Su obra está en primera persona, su mirada nos muestra lo abismal. Hay crudeza allí; también hay poesía y respeto.

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“Transito el mundo desde la fotografía, en imágenes. Habito realidades muy perturbadoras, sin embargo, trato de ahondar en esos universos desde lo poético y lo metafórico”, dice Federico, quien siente que la humanidad asiste hoy a una crisis sin contención, como la que tiene que ver con las migraciones que ocurren a lo largo y ancho de distintas geografías. Una de esas geografías es el Darién. “Los migrantes viven una tragedia. Fui consciente de ese sufrimiento y lo documenté. El migrante debe tomar decisiones muy duras: dejar a su familia y a sus amigos; dejar su país, su ciudad, su barrio, su vivienda. Es entrar a un universo desconocido, de mucho riesgo, dejándolo todo atrás”.

Yineska, venezolana de 18 años, con sus dos hijas. Están en Capurganá, sin dinero para pagarle al coyote que las llevará a través de la selva. Dice Federico Ríos que “hay quienes viajan solos, otros en familia. Tienen en común los lazos que se rompen”. Foto Federico Ríos, cortesía

¿Qué se queda con ellos? Su ser, sus recuerdos, las ausencias. Es difícil entender el miedo del migrante. En el caso de lo que ocurre en el Darién, en ese andar que los lleva de Colombia a Panamá y luego por Centroamérica, la inquietud crece a medida que se avanza. Hay peligros. Se teme a los animales, al clima, al hambre, a la soledad, a la muerte; se teme un accidente, una enfermedad; se teme a quienes se aprovechan de su situación. La indefensión es evidente. La carga emocional del que migra en esas condiciones es muy intensa, es como estar en una cuerda floja, no sabe si se alcanzará la meta; tampoco si regresará a su tierra de origen. Es la incertidumbre absoluta.

“La esperanza los empuja a migrar. Lo que más duele es que se vean obligados a hacer esa travesía porque en sus países no hay condiciones para quedarse. Es absurdo, inhumano”, dice Federico Ríos.

Esta obra, realizada entre 2021 y 2024, recoge las visiones del reportero gráfico en un viaje, en distintos tiempos, a través de los dos lados de esa ruta conocida como Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá. Sus fotos, en las que se evidencia el manejo impecable de la técnica y una singular sensibilidad que conecta con quienes protagonizan el instante fotografiado, provocan una sensación dolorosa, sin embargo, se observa el poder de la esperanza; también la solidaridad que aparece cuando alguien la necesita. 

El libro, en español e inglés, fue publicado por Raya Editorial. Se inicia con un poema de Juan Mosquera, también titulado Darién. Su portada es una ilustración de Daniela Hoyos que se puede desplegar, que dibuja lo escuchado en una charla del fotógrafo. El prólogo es de la editora del New York Times Julie Turkewitz, quien acompañó al reportero en algunos recorridos.

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Un gran reportaje gráfico profundo e inquietante. Por este trabajo inmersivo, que recoge el purgatorio del migrante, publicado primero en el New York Times, Federico, junto a Turkewitz, recibió el Premio Pulitzer, en segundo lugar, en la categoría International Reporting. Este, dice él, es un ejercicio periodístico en el que se convierte en notario visual, como ha ocurrido en sus otras investigaciones en las que ha documentado el conflicto colombiano y de América Latina.Fotografías que son memoria, hechas in situ. Quedan también en sus páginas los testimonios recogidos por el reportero mientras seguía la marcha de estos peregrinos que representan a quienes ya se aventuraron y a los que vendrán. Este éxodo no tiene un punto final, por ahora.

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