En una sociedad que prioriza la imagen y las apariencias sobre la verdad, ser auténtico se convierte en un desafío fundamental de la humanidad. Nos dicen que ser auténtico es simplemente “ser uno mismo”, algo que debería ser natural. Sin embargo, ¿por qué dudamos de otros y hasta de nosotros mismos?
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Cuestionar nuestra identidad revela un enigma complejo y, a veces, doloroso. Nuestra esencia es una mezcla de valores y características que resisten el paso del tiempo y las experiencias. Aunque compartimos la condición humana, cada persona tiene una huella única: una identidad psicológica y emocional que la define.
Descubrir nuestra verdadera naturaleza implica dejar de lado la necesidad de complacer a otros o encajar en moldes impuestos. ¿Y es posible hacerlo sin dolor? No. No hay atajos. Conocerse a uno mismo requiere enfrentar nuestras sombras y desafiar nuestras propias narrativas. Aunque difícil, este proceso es clave para liberar nuestro verdadero potencial: nos ayuda a comprender nuestras motivaciones y alinear nuestra vida con lo que realmente queremos. Solo al aceptar nuestra esencia podemos actuar de manera coherente y proyectar una imagen que inspire confianza, especialmente en el mundo donde cada vez se valoran más los líderes auténticos que realmente movilizan y crean confianza.
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Este camino, a menudo predicado en multitudes, pero seguido en solitario, empieza con la valentía de ser honestos con nosotros mismos. Requiere desmantelar las expectativas externas que hemos interiorizado y cultivar un diálogo interno constante. Cuestionar nuestras reacciones y evaluar nuestros valores es fundamental para despejar el camino hacia nuestra esencia auténtica.
Una parte crucial del proceso es confrontar las expectativas sociales y las percepciones externas. Liberarse de estas presiones nos permite vivir de manera más genuina. Este acto de “egoísmo” necesario se convierte, paradójicamente, en un acto generoso hacia los demás: una vida auténtica tiene el poder de inspirar y enriquecer a quienes nos rodean.
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Al final, el autoconocimiento nos da claridad para guiar nuestras decisiones y fomentar la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Vivir alineados con nuestras pasiones y valores nos lleva a una existencia plena y satisfactoria.
Ser auténtico será, entonces, un proceso sin fin. Un viaje continuo y desafiante. Es ese recorrido que implica escarbar y afrontar el dolor que esto conlleva, sabiendo que por más que lo aplacemos, todos llegaremos al final a encontrarnos con nosotros mismos.