El pasado 29 de octubre,una falsa cuenta de X publicó una información que conmovió al país: el supuesto fallecimiento de Laura Restrepo, una de las más importantes escritoras latinoamericanas. Más allá de la anécdota, ¿qué significó para ella esa “muerte virtual”? En esta entrevista concedida a Vivir en El Poblado, Laura nos cuenta, con humor, cómo vivió ese momento, y analiza a profundidad el impacto de las fake news en la vida moderna. Y, de paso, nos confirma que volverá a echar raíces en su tierra.
El 29 de octubre pasado, el país se sorprendió y entristeció con esa macabra noticia viralizada en redes. ¿Cómo recibió este falso anuncio?
Aquello fue un chiste de mal gusto, y así me lo tomé al principio. Digamos en broma que, cuando supe que me habían declarado muerta, pude comprobar empírica e inmediatamente que no era cierto. Después me fui enterando de la pesadumbre y el malestar que, por un par de horas, la broma macabra había causado en la familia y la gente que me aprecia.
Aunque se tratara de una muerte falsa, no dejó de tener cierta inquietante realidad virtual. La divulgación de la falsa noticia por la radio se debió al grosero ingenio del estafador, quien anunció mi muerte a través de una página hackeada a Alfaguara, la editorial que publica mis libros, y así logró verosimilitud. A eso se sumó que, justo en esos momentos, yo andaba con un equipo grabando un programa de televisión, motivo por el cual los presentes teníamos los celulares apagados. De todos lados me estuvieron llamando para comprobar con certeza que estaba viva, y como no contestaba, cundió la alarma. Hay que entender que para la editorial y la radio hubiera sido irresponsable desmentir abiertamente la noticia antes de tener prueba de sobrevivencia. Enseguida vino el desmentido y me conmovieron las muchas expresiones de cariño y apego: de duelo cuando me creyeron muerta, y de alegría cuando supieron que no era cierto.
Por ahora, me gustaría saber si llegué a encontrarme en algún cielo virtual con mi querido y admirado amigo el poeta J Mario, a quien hace algún tiempo también “mataron” falsamente.
Es la inmediatez y la irresponsabilidad de las redes sociales… la comunicación en la era de la modernidad líquida, como lo describió Zygmunt Bauman. ¿Qué reflexión le genera esta situación?
La desinformación de voces anónimas por internet es un grave problema, desde luego, pero en cualquier caso de menor alcance que las mentiras sistemáticas de los medios tradicionales de comunicación masiva. Como dijo Julian Assange, editor de Wikileaks, “Casi todas las guerras de los últimos cincuenta años han sido el resultado de las mentiras de los medios”. Hoy día, la gran prensa no persigue la información honesta y objetiva, sino a promover los intereses de sus dueños, los políticos y la gran industria, generando una crisis de credibilidad global en las narrativas oficiales.
El ejemplo más claro fue la invasión de Estados Unidos a Irak, promovida con el pretexto de que ese país árabe tenía en su poder armas de destrucción masiva. Durante varios meses, noticieros y periódicos “advirtieron” sobre el gravísimo peligro que eso significaba. Casi una década después, terminada la guerra, Irak quedó desvertebrado y en ruinas, hubo cientos de miles de muertos… y las tales armas de destrucción masiva no aparecieron. No existían. Se trataba de una mentira difundida a plena conciencia con el objetivo de justificar ante la opinión pública una invasión militar para expropiarle a Irak sus reservas naturales de petróleo.
Lea también: Una comunicación de corazón a corazón
Se ha vuelto un recurso común que la misma prensa que difunde sistemáticamente falsa información, luego se lave las manos culpando a Internet del mareo de post-verdad en que se encuentra el mundo. Aun así, si la guerra surge de la mentira, la paz puede surgir de la verdad. Las redes sociales y los medios alternativos de comunicaciones, así como los periodistas dignos y honestos, cumplen con rescatar la objetividad, desmontando las falsedades tanto de los medios masivos, como de los fabricantes de fake news. Para lograr este propósito de esclarecimiento, es clave el pensamiento crítico y la continua constatación de los hechos. Razón de más para celebrar hoy los 34 años de Vivir en El Poblado, y agradecer esta entrevista, que respondo con gusto y entusiasmo.
Cuando se regó por el país la falsa noticia de mi muerte, hubo muchos que la creyeron, incluso el Presidente Petro, quien se apresuró a expresar su pesar y solidaridad. Nadie está a salvo de caer en estos trucos, y solo mediante un ejercicio honesto de rectificación podemos vencerlos. Aprovecho para agradecerles a mi familia, a los equipos de mi editorial, a la Revista Cambio y a Yamid Amat, por reaccionar desmintiendo eficazmente. También al Presidente Petro por su segundo mensaje en Twitter, donde reconoció públicamente el error e invitó al país a una reflexión necesaria sobre las fake news. Ya concluido aquel episodio, puedo repetir la frase que se le atribuye a Mark Twain: “las noticias de mi fallecimiento fueron exageradas”.
La desinformación de voces anónimas por internet es un grave problema, desde luego, pero en cualquier caso de menor alcanceque las mentiras sistemáticas de los medios tradicionales de comunicación masiva.
Laura Restrepo, escritora.
En la Feria del Libro de Pereira, usted recibió un merecido homenaje a su Vida y Obra. ¿Cómo se sintió allí?
El encuentro con los asistentes a la Feria de Pereira fue una enorme alegría; muy emocionante ver cómo la gente se acercaba a los autores para hacernos sentir que lo que hemos escrito le llega al corazón. Te decían, tal libro tuyo tiene para mi resonancia, me ha servido en la vida, me ha acompañado en los momentos de soledad. Qué mejor premio puede haber para una escritora o escritor. Sobre todo, cuando llegan juntos una madre o un padre con su hija o hijo, porque el libro que traen en la mano ha pasado de generación en generación. O cuando una parejita pide que les firmen el mismo libro a ambos, porque lo han leído juntos y en voz alta. ¡No se puede pedir más!
Fue estupendo el clima y el entusiasmo en la Feria de Pereira, bellamente concebida y organizada por Claudia Morales y su equipo, entroncando el evento en la enorme (y creciente) tradición de clubes de lectura que bullen en la zona cafetera. La lectura es asunto de cerebro, pero también de cariño. Un libro es un puente entre escritor y lector; no funciona si no hay pasión en los dos extremos. Lo que se vivió en Pereira con el público lector, fue lo que llamamos “una pegada de hebra” de primera.
Otro de los eventos importantes en esta Feria fue la conmemoración de los 20 años de la publicación de Delirio. ¿Es esta su obra más entrañable?
Este año se cumplieron los veinte de Delirio, que será llevada a la pantalla por Netflix en 2025. Con motivo del aniversario, hicimos en varias ciudades del país una serie de actos de conmemoración, explorando con el público lector los motivos por los cuales la novela pegó fuerte en su momento, y también, qué les dice hoy día a las nuevas generaciones.
Delirio es una novela de ficción sobre una época real y brutal para los colombianos, aquellos momentos de los ochenta marcados por la maldición arrojada por Pablo Escobar: Voy a utilizar todo mi dinero para hacer llorar a este país.
Le puede interesar: Martina, la lectura y su cerebro
Y lloramos, cómo no. Lloramos todos y cada uno, un día sí y otro también, en un coro de desconcierto nacional y desazón personal. En aquella década vimos surgir una nueva forma de terror, que no se ha cerrado del todo y que sigue ensombreciendo al país. La pregunta que nos surgía en estos ejercicios de relectura de la novela, era ¿qué heridas, infligidas en ese entonces en la psique colectiva, siguen hoy abiertas? ¿Hemos superado el nefasto estigma que se impuso en ese entonces, la creencia generalizada de que la muerte puede rendir más frutos que la vida?
“La muerte es mejor que la vida”: contradicción severa de cualquier premisa civilizatoria. Proviene y pelecha a partir de este tipo de reflexión o intución: Si la vida le niega a la gente razón para existir, con salud, techo, educación y trabajo valiosos y dignos, la muerte, en su reemplazo, puede deparar dinero, fama, pasión, armas, aventura, reconocimiento y poder: enormes cantidades de dinero y de poder.
Miles de colombianos abrazaron esta oscura fe, a todos los niveles sociales, edades y géneros, en forma directa o camuflada. En 2004, intenté con Delirio conjurar aquella época sangrienta y confusa, pasándola por el tamiz de la literatura y capturándola en las voces de cuatro personajes ficticios. No me centré en los hechos externos (periodísticos o históricos), sino que busqué una aproximación íntima, interior, que explorara las perturbaciones mentales y emocionales como consecuencia de la turbulencia externa.
A su peculiar manera, cada uno de cuatro protagonistas de la novelatrata de crear los símbolos que le permitan sobrevivir y recuperar su propio eje y sentido; digerir lo indigesto; comprender lo incomprensible; aclarar lo irremediablemente oscuro de la nueva situación.
Toda la trama gira en torno a Agustina, una mujer joven que pierde la cabeza, y a través del delirio cree inventar la manera de neutralizar la violencia familiar, con invocaciones seudo religiosas, o subliminales, que ella presupone mágicas, y que utiliza como llave para penetrar en los territorios de lo silenciado a la brava; de lo inenarrable bajo parámetros de cordura; de lo que subyace tan tapado, que sólo la furiosa y desordenada libertad de la locura es capaz de destapar
No quise ver a mi Agustina como simple muchacha enferma, más bien como una suerte de sibila criolla, para quien la locura es una forma de clarividencia, distorsionada y perturbada, sí, pero en más de un sentido, reveladora. La locura como manifestación abierta de una rabia ciega, y como proceso larvario de rebeldía y resistencia. Así, la fuerza propulsora de toda la novela es la crisis psicótica de Agustina, que la envuelve a ella, arrastra a quienes la rodean e invita al lector a experimentar el vértigo.
En una conversación con la periodista Claudia Morales usted habló de la idea de radicarse nuevamente en Colombia, posiblemente en un municipio del Eje Cafetero. ¿Es así?
Vivir en algún punto del bellísimo Eje Cafetero ha sido un viejo sueño mío, que, según todo parece indicar, a partir del año entrante se hará por fin realidad. Después de largos años fuera del país, nos vendremos para acá con mi hijo, nuestros perros y todos nuestros libros a vivir y trabajar en este entorno de calor humano, solidaridad, seguridad, agua por montones, clima ideal, sólida tradición y naturaleza de ensueño. Considero que es una gran opción, dado que la mano viene dura en el planeta, por el desplome ambiental, la proliferación de guerras y el fortalecimiento del fascismo, con sus secuelas de violencia, discriminación y desprecio.
La voz latinoamericana de Laura Restrepo
Laura Restrepo González, nacida en Bogotá en 1950, es una de las más importantes escritoras latinoamericanas actuales. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes, y más tarde ciencias políticas. Con su novela Delirio (2004) obtuvo el Premio Alfaguara, y dos años después mereció el Premio Grinzane Cavour 2006 a la mejor novela extranjera publicada en Italia. Sus obras más destacadas, además de Delirio son: La isla de la pasión, Leopardo al sol, Dulce compañía (con la que obtuvo en 1997 el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), La novia oscura, La multitud errante, Los Divinos y Canción de antiguos amantes, entre otras.