Estamos en la recta final del 2024, y aunque ha sido un año retador para la economía y los negocios, si estás leyendo esta columna, seguramente tenemos mucho que agradecer, ya que estamos vivos. Nos queda tiempo para lograr lo que nos propusimos y tenemos un nuevo año por delante, para proponernos nuevas metas y luchar por nuestros sueños.
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Quienes tuvieron pérdidas materiales o de seres queridos pensarán que no tienen nada que agradecer. Pero, llegar al final del año es un gran logro, y esforzarse por un 2025 lleno de bendiciones será un homenaje para quienes no están y no pueden planear un futuro. Es así como entendemos que hay que agradecer por lo bueno y por lo no tan bueno, también.
Es importante que seamos conscientes de que las redes sociales están llenas de filtros y nos dan una percepción muy limitada de la realidad. No nos dejemos presionar por las publicaciones de nuestros amigos, familiares o influenciadores. No existe una vida sin dificultades, solo que hay quienes disfrutan más el proceso y hacen que valga la pena cada sacrificio.
El siguiente paso es soltar. Dejar los miedos, la incertidumbre y el rencor en el 2024 para iniciar el nuevo año con pie derecho. Alivianemos nuestro equipaje, dejemos todo aquello que nos ata y no nos deja avanzar. Aún no se acaba el año, pero no podemos dejarlo para el último día. Aceleremos en las metas que aún podemos cumplir, no nos rindamos, ya que ganar no depende de nosotros; pero, rendirnos sí. Concentremos nuestra energía en lo que sí vale la pena. Demos una revisada a las metas que nos pusimos al principio del año, agradezcamos por lo que logramos y revisemos lo que aún estamos a tiempo de lograr.
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Cuando hacemos conciencia de nuestros actos, nos sorprendemos de que muchas veces pasamos por alto o no le damos relevancia a cosas importantes que hacemos. Cualidades o talentos que creemos que tiene todo el mundo, y que realmente nos hace especiales. Todos tenemos algo que nos hace únicos, algo que nos hace especiales. Lo sorprendente es que muchas veces nos esforzamos en encajar y parecernos a los demás. Nos dejamos influenciar más de la cuenta por lo que vemos en las redes sociales y perdemos nuestra esencia. Olvidamos nuestros sueños y motivaciones y perdemos tiempo comparándonos con los demás. Cuanto más enfocados estemos en nuestras metas, mejores resultados tendremos.
Dejemos a un lado las discusiones políticas, religiosas y futbolísticas, que no dependen de nosotros. A no ser que seamos el delantero del equipo de fútbol o el tomador de la decisión, no nos desgastemos ni tensionemos nuestras relaciones personales o familiares sin necesidad. Enfoquemos nuestro esfuerzo en lo que podemos hacer, no en lo que hacen los demás.
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Y, el último paso será confiar. Sí señores, la confianza es el antídoto contra la incertidumbre. Lo único que podemos controlar respecto de lo que no depende de nosotros es nuestra reacción, así que confiemos en que todo saldrá bien y sigamos trabajando en el control de nuestras emociones para reaccionar de la mejor manera frente a los acontecimientos positivos o negativos.
Cuando nos dicen que el vaso puede verse medio lleno o medio vacío nos suena a frase de cajón, ya lo sabemos de memoria. Lo difícil es hacer consciencia de esto, porque la mayoría de nuestros actos son involuntarios y cuesta mucho en un momento de angustia, incertidumbre o ansiedad, dejar estos sentimientos a un lado para analizar la situación y traer a lugar la frase que en tranquilidad nos parece tan obvia.
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Me cuesta, nos cuesta y según nuestro estado de ánimo, nuestra emoción o nuestro ciclo hormonal, nos puede costar más hacer consciencia de lo afortunados y poderosos que somos, de enfocarnos en lo que podemos controlar y soltar lo que no depende de nosotros. Sin embargo, hay que trabajar y confiar en que cada día lo haremos mucho mejor.
Aún no se acaba el año y les hago una invitación a la reflexión y a enfocar nuestros esfuerzos en nuestras metas, esas que nos propusimos a principio de año y que aún podemos alcanzar.