En un mundo en el que las palabras innovación, crecimiento y propósito resuenan en cada rincón empresarial, pocas veces nos detenemos a observar que los principios fundamentales del liderazgo y la construcción de valor ya están escritos en la naturaleza.
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Hace poco, tuve la oportunidad de sumergirme en el Amazonas con un grupo de líderes durante una semana. Sabía que este viaje sería más que una simple experiencia; sería una lección de liderazgo en su forma más pura. Cuando llegas, todo cambia.
Lo primero, es que no tienes cobertura ni datos para el celular (ya se imaginarán la desconexión). La selva te habla en un lenguaje diferente, el natural, que no entiende de éxitos inmediatos ni de reconocimiento, sino de conexión profunda con lo que te rodea.
El liderazgo dentro de este contexto va más allá de tomar decisiones rápidas o liderar la innovación. La verdadera sabiduría se encuentra en saber cuándo detenerse, escuchar y comprender el entorno.
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La selva amazónica tiene una forma única de enseñarnos esto. Al enfrentarnos a lo desconocido, a la biodiversidad y lo denso de sus profundidades, la primera reacción es el miedo: a lo desconocido, a la oscuridad, a los peligros escondidos entre las raíces, a las sombras.
Pero, es precisamente en ese momento cuando los líderes se forman, no por imponer su voluntad, sino por fluir con su entorno, aceptar la selva como es y confiar en que todo está conectado.
La importancia del Amazonas no se limita solo a su biodiversidad, sino también a su capacidad de regular el clima mundial, y ser el pulmón de nuestro planeta. Cuidarlo no es solo una opción, es una responsabilidad.
También, en el ecosistema empresarial, crear valor no debería centrarse únicamente en la rentabilidad a corto plazo. El verdadero liderazgo radica en construir algo sostenible, en su impacto en la sociedad, en el crecimiento propio y en el de terceros a largo plazo, y que esté alineado con el ecosistema en el que se encuentra.
¿Sabían que el Amazonas produce el 20 % del oxígeno del mundo, pero cada hora se deforestan cerca de 13.000 árboles de su bosque?
Más allá de los números y cifras, esto es un llamado de atención para los líderes. La selva nos enseña algo muy poderoso: todo está conectado. Asimismo, en el ecosistema emprendedor, según estudios de entidades como Startup Genome y CB Insights, entre el 70 % y el 90 % de las startups fracasan en sus primeros años.
Así como la ceiba madre distribuye sus nutrientes a otras plantas, nosotros debemos aprender a nutrir y cuidar nuestro entorno. Porque, para crear ecosistemas, debemos aprender de la selva: adaptarnos, compartir y construir algo que sea más grande que nosotros mismos.
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