Su rostro parece salido de una vieja enciclopedia, de aquellas que traía impresa la reproducción de algún daguerrotipo hecho, en su madurez, al famoso naturalista Charles Darwin. Aunque con barba y cejas infinitamente mejor cuidadas, la sabiduría serena que transmite es casi la misma.
Ni qué decir del respeto devenido de lo anterior, en especial, entre pares de Colombia y el mundo, así como el de tantas cohortes de cantantes y coristas. Con la tozudez de un cruzado, el maestro Carlos Alberto Rendón Calderón, a sus 76 años de edad y 20 de pensionado, sigue en la brega de una causa vital:
“Educar en el buen gusto; en eso no me jubilo”.
Esa devoción inmarcesible por la música coral parece una epifanía progresiva: de muy niño, recuerda con nitidez acompañar a su señor padre, Gonzalo, en su natal Donmatías, a ejercer el noble y extinto oficio de maestro de capilla, encargado de los responsorios litúrgicos y del coro parroquial.
Con ese armónico sustento, la familia recorrió Gómez Plata, Santa Bárbara, Rionegro, Caldas, hasta llegar a Medellín, al templo de Miraflores, quizás uno de los últimos en contar con maestro de capilla. Hace 34 años, Carlos Rendón vive en Envigado, donde se casó con Inés Jaramillo y tuvo un hijo, Mateo, matemático de la Universidad de Helsinki, radicado en Finlandia.
El maestro Carlos Alberto Rendón fue exaltado como Envigadeño Ejemplar, en 2022, por sus aportes a la cultura y el arte en ese municipio.
“Uno es de donde se casa, levanta sus hijos y deja una huella con su trabajo”, dice, respaldado en abrumadora evidencia. Después de recibirse como licenciado en Educación Musical, en la Universidad de Antioquia, el maestro Rendón dejó de lado su formación como flautista para dedicarse de lleno a los coros.
Siendo un veinteañero, le confiaron fundar y dirigir el coro de la Universidad de San Buenaventura, por lo cual decidió profundizar su formación en ese campo, en un esfuerzo que le llevaría hasta Santiago de Compostela, España. Dirigió luego otros coros de gran relevancia, como el de la Universidad Pontificia Bolivariana, del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y la recordada coral Tomás Luis de Victoria.
Fue profesor de Dirección Coral, dentro del Plan Nacional de Coros que promovía el extinto instituto Colcultura. A lo largo de 30 años, sirvió como docente de su Alma Máter, en las cátedras de Adiestramiento Auditivo, Dictado, Práctica Coral, Apreciación Musical, Contrapunto y Dirección Coral.
También ofició como Jefe del Departamento de Extensión, Jefe del Departamento de Música y Vicedecano de la Facultad de Artes de la U de A, de donde saldría pensionado. Hoy, aparte de ayudar a perfeccionar su técnica vocal a un puñado de consagrados cantantes, prepara todos los martes, con el mismo compromiso místico, cada obra de La Cantoría, el coro suyo, que fundó en Envigado y que, este mes, alza la voz para celebrar sus primeros 20 años.
La Cantoría
En la Casa de la Cultura de Envigado, el maestro Carlos Rendón dirige los ensayos con las 13 mujeres y niñas que conforman La Cantoría. De este coro surgieron varias vocaciones musicales, como la de Ana Cristina Mejía, quien se formó profesionalmente como directora coral.
“Me enorgullece haber ayudado a tantos niños y niñas, ya adultos, a encontrar su camino de realización en la música. Ana Cristina continuará este legado”.