En tiempos de discursos polarizantes y promesas superficiales, debemos ser claros sobre lo que realmente impulsa el progreso. No podemos seguir creyendo que el Estado resolverá todos nuestros problemas mientras nos priva de nuestra libertad de pensamiento y capacidad de actuar. Colombia necesita seguridad, educación y salud, pero no gobiernos omnipresentes que decidan en todo. Queremos un Estado eficiente, enfocado en lo esencial, que deje al ciudadano y al mercado encargarse del resto. Un entorno en el que la libertad, la creatividad y el esfuerzo individual construyan nuestro futuro.
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La política en Colombia se ha convertido en un espectáculo de egos e ideologías rígidas que dividen al país. Las políticas vacías y el culto a la personalidad solo siembran odio y frenan nuestro avance. No podemos permitir más fragmentación cuando estamos de acuerdo en lo fundamental como sociedad: más oportunidades, crecimiento económico y erradicar la corrupción y la violencia.
¿Por qué nos privamos de exigir resultados tangibles y desterrar la retórica divisoria que solo busca consolidarse en el poder?
La idea aquella de políticos convertidos en superhéroes son un espejismo. El intervencionismo desmedido ha creado más burocracia y des-incentivado la inversión y la innovación. Un Estado funcional se concentra en lo básico: seguridad, educación y salud, y garantiza lo esencial: menos regulaciones y más incentivos para quienes emprenden y generan empleo. La verdadera riqueza se crea a través del esfuerzo privado, no con subsidios que perpetúan la pobreza, incluyendo la mental. Necesitamos un entorno que devuelva al ciudadano el poder de decidir y emprender, porque la libertad económica es la única vía para asegurar un crecimiento real.
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El asistencialismo es un grillete que mantiene a las personas en la miseria. Necesitamos un entorno que premie el esfuerzo y la autonomía. La riqueza no se crea desde el Estado, sino con esfuerzo, disciplina e innovación que se desarrollan desde el tejido empresarial. Creo aun en la Colombia resiliente, que ha sido capaz de superar adversidades mayores a las que estamos viviendo, porque nos hemos unido en lo esencial: el amor por el país, el trabajo y la determinación de no conformarnos con las migajas del Estado.
Es urgente volver al sentido común. A que estemos dentro de nuestros cabales. Debemos dejar de idolatrar a quienes nos ofrecen promesas vacías mientras atacan a quienes piensan diferente. A los dirigentes políticos, les mando un mensaje para que interioricen que necesitamos que garanticen lo esencial y nos permitan a la sociedad prosperar sin su alta interferencia. No queremos ser una nación dividida por ideologías y promesas populistas, sino un país unido por el progreso real, la libertad económica y la responsabilidad individual. Rechacemos el estatismo y promovamos un gobierno limitado que permita que el esfuerzo y la libertad sean los motores del éxito.
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Que no se nos olvide que el país es nuestro, no de políticos idealistas sin poder real de ejecución y generación de cambios reales; a estos personajes funestos, de promesas vacías que cansan y desgastan, los invitamos a que se retiren porque no han logrado lo fundamental.
Y, a nosotros… entender que el foco está en recuperar el país no en no perderlo. Un anhelo que estoy seguro, que compartimos al unísono.