Hace unos días, Colombia Fintech hizo historia al organizar su primera misión empresarial a México. Llevamos a más de 18 fintechs colombianas que sueñan con expandirse a este mercado, con la idea de que lo comprendieran desde sus raíces. Esta fue una oportunidad única para conectarse con expertos locales y explorar lo que hace que el ecosistema mexicano sea un destino tan atractivo para las startups de tecnología financiera. Durante dos días, con el apoyo de BBVA Spark, estructuramos una agenda enriquecedora que cubrió temas clave como el panorama del mercado mexicano, los retos para operar en México sin ser mexicanos, y las consideraciones legales necesarias para tener éxito.
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También, discutimos aspectos críticos como la regulación de operaciones, la atracción de talento de alto nivel, y profundizamos en el comportamiento del consumidor mexicano. Para cerrar la jornada, organizamos un panel con tres de los fondos de venture capital más relevantes de México: Cometa, Nazca y Dila Capital. Los directivos de estos fondos compartieron su visión sobre el estado del capital de riesgo en la región.
Uno de los momentos más reveladores fue el comentario de Jaime Zunzunegui, co-managing partner de Nazca, quien lanzó una reflexión que nos dejó pensando. Según Zunzunegui, en Colombia necesitamos más fondos de inversión, más family offices, y más corporaciones dispuestas a apostar e impulsar el emprendimiento. En sus palabras, años atrás, en México había más dinero que ideas, mientras que en Colombia pasa lo contrario: tenemos ideas excepcionales, pero falta el capital de riesgo que las respalde.
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Este comentario me llevó a reflexionar sobre el estado del venture capital en Colombia. Actualmente, nuestro ecosistema de inversión es mucho más pequeño que el de México. Mientras que en 2020, México ya contaba con 152 fondos de capital de riesgo, en Colombia hoy en día no superamos los 29. La disparidad es evidente y plantea una pregunta fundamental:
¿Qué nos está frenando?
Si analizamos los datos de inversión en 2023, Brasil sigue siendo el líder indiscutible en América Latina. Las startups brasileñas han recaudado 17.600 millones de dólares en los últimos cinco años, representando el 47 % de la inversión de venture capital en la región. Por su parte, México recaudó 1.131 millones de dólares en 2023, mientras que Colombia apenas llegó a 373 millones de dólares y Chile a 238 millones.
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Colombia representa el 6 % del PIB de América Latina, comparado con el 33 % de Brasil y el 19 % de México. Sin embargo, cuando hablamos de distribución de inversión de venture capital, nuestro país sigue ocupando un lugar destacado, situándose en el tercer puesto después de Brasil y México. Según el reporte de LAVCA, las empresas colombianas reciben 15 centavos de cada dólar invertido en la región, lo cual es alentador. Sin embargo, estos datos también nos exigen una introspección crítica:
¿Qué está frenando a Colombia?
Es fácil señalar a la regulación o la escalabilidad como culpables; pero, el verdadero reto parece ser la falta de capital de riesgo dispuesto a invertir en las etapas iniciales de las startups. Sin un ecosistema robusto de inversión local, nuestras startups seguirán dependiendo del capital extranjero o, peor aún, podrían abandonar sus proyectos.
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Colombia necesita una estrategia clara para fomentar la creación de fondos de inversión locales. Es fundamental que el sector público y privado trabajen juntos para crear un entorno que sea atractivo para los inversionistas, tanto nacionales como internacionales. Además, debemos fomentar una cultura que confíe en el talento local. Tenemos ideas innovadoras, contamos con talento de sobra; pero, sin el apoyo financiero adecuado, nuestras startups no podrán escalar como lo han hecho en otros países de la región.
Lo que vimos en México fue un ecosistema vibrante y lleno de oportunidades, con lecciones que podemos aprender y adaptar a nuestra realidad. Pero, más allá de compararnos, lo que Colombia necesita es generar una cultura de inversión que no solo apoye el crecimiento de nuestras startups, sino que crea profundamente en el potencial de nuestro talento. Si no lo hacemos pronto, corremos el riesgo de quedarnos rezagados en una carrera que ya está en marcha.
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Colombia debe empezar a creer más en sus ideas, y para que eso suceda, necesitamos un ecosistema de venture capital más profundo y comprometido.