No podría ser mejor el escenario: sentados en la sala de la Casa Museo, alrededor de la antigua mesa del expresidente Carlos E. Restrepo, bajo la mirada de Fernando González, cada martes se reanuda el ritual.
Se trata de Libros, tertulia y café, un club de lectura semanal para adultos mayores, coordinado por Cristóbal Mesa, que se realiza en ese mágico lugar llamado Otraparte. Una juntura, un encuentro -“una dicha”, como dice una de las asistentes-, para disfrutar del sencillo placer de la lectura en voz alta.
Según nos contó Cristóbal Mesa, el programa se armó desde abril del año pasado, con la idea de armar un espacio para leer en grupo. “Esta es una tertulia sin tareas académicas, sin limitaciones de sesiones, sin la obligación de leer previamente el libro que estamos compartiendo”. Desde el principio -dice Cristóbal-, la propuesta ha sido leer la obra completa, in situ, el tiempo que se requiera.
Antes de reanudar la lectura del momento, los asistentes se saludan y se sirven el tintico. Algunos llevan su propio ejemplar, para seguir la lectura, pero la mayoría se sientan, simplemente, a escuchar. Para Marina Giraldo, la tertulia es “un espacio interesante para encontrarnos con amigos y con personas que aún no conocemos, con quienes compartimos el mismo gusto por la lectura”. Antonio José Herrera, que asiste habitualmente con su esposa, considera que “lo mejor es que no hay nada de tareas… de pronto le daría a alguno por no venir, por no haber cumplido con el deber”. El periodista Jota Enrique Ríos afirma que su asistencia a la tertulia hace parte del proceso de toda su vida, que es aprender: “Al leer aprendo cómo escriben los grandes autores, cómo diseñan el trabajo, como lo descifran, y cada día encuentro cosas nuevas”. Y para Chucho Camacho, que se describe como “un vago profesional”, este es otro de los muchos programas de Otraparte que se goza cada semana.
En Libros, tertulia y café no hay ningún programa académico preestablecido. Es Cristóbal Mesa quien propone las lecturas, “con la idea de que se acerquen a libros que, presumo, no han leído; libros diferentes. Es una ‘dictadura’ que me han permitido”.
Han ido de Saramago a Tomás Carrasquilla, pasando por cuentos latinoamericanos, y ahora están saboreando los intríngulis coloniales de Los pecados de Inés de Hinojosa, de Próspero Morales Pradilla. Todos atentos a la lectura. Se nota que han cumplido el pacto de no adelantarse en el libro, y de llegar incólumes a celebrar, cada martes, el milagro de la literatura.
¿De donde viene la palabra tertulia?
Dice así el diccionario etimológico de Pedro Felipe Monlau, en una antigua edición de Joaquín Gil: “Este vocablo data de la época de Felipe IV, en que se hizo de moda leer y estudiar las obras de Tertuliano en las reuniones de personas discretas e ilustradas. Y de Tertuliano se llamaron tertulias estas reuniones”.