Los plazos mediano y largo demostrarán si las estrategias de seguridad son suficientes, acertadas, consistentes y dieron resultados.
Pero como la ciudad se mueve en escenarios más diversos que la seguridad, otra muestra de valentía y arrojo se espera para la movilidad, que no es un problema menor. En los tacos diarios que nos atrapan se pierden tiempo y dinero, según Fenalco, hasta 2 billones de pesos anuales para el comercio del Aburrá.
Que vengan las soluciones, ya basta de diagnósticos. Ya está claro que el metro no da abasto en las horas pico. Ya es sabido que hay excesos en el uso del vehículo particular. Que en El Poblado la gestión pública no le dio la talla a la construcción privada. Que el transporte público no constituye una oferta atractiva. Además, el pico y placa dejó de ser suficiente y la invitación a dejar el carro en casa y usar el sistema público, la bicicleta o la caminata, solo convenció minorías.
La solución se puede explorar en Lima, donde el sector privado propuso 81 medidas contra el caos (¿Y el nuestro qué propone?). Se puede también consultar Munich, donde la autoridad de tránsito les impuso a centros comerciales, supermercados y bancos generar accesos de transporte público propios. O analizar la medida del transporte escolar obligatorio, de Ciudad de México, que sacó de las calles un millón y medio de vehículos por día. Las soluciones también están en casa: que los guardas cumplan su función de control.
Carriles exclusivos para buses, parqueaderos más costosos, buses de lujo, peajes urbanos, vías en contraflujo, bancos y demás servicios que trabajen los domingos, horarios escalonados para empresas y comunidad educativa, teletrabajo, vías de segundo piso, encarecimiento del impuesto de rodamiento… La solución se puede copiar, con adaptaciones al contexto propio.
Se necesitan valentía y arrojo de parte de las autoridades, sin miedo al costo político. También es clave cerrar oídos al lobby mezquino, y por supuesto, la solidaridad y el civismo ciudadanos.
Sin esfuerzos ni renuncias, Medellín no se librará de un caos sobrediagnosticado y creciente. Se necesitan valentía y arrojo para blindar la ciudad en productividad, amabilidad y seguridad.