En 2019, el número de personas mayores de 60 años alcanzó los 1.000 millones, y se espera que esta cifra aumente a 1.400 millones para 2030 y a 2.100 millones para 2050. Este crecimiento demográfico implica que los sistemas de salud en todo el mundo deben adaptarse para atender las necesidades de una población envejecida, especialmente en lo que respecta a la prevención de enfermedades respiratorias, que representan un riesgo significativo para los adultos mayores.
A medida que envejecemos, nuestro sistema inmunológico se debilita, lo que aumenta la probabilidad de sufrir enfermedades respiratorias graves. Las estadísticas muestran que más del 40 % de los adultos mayores de 65 años que contraen neumonía requieren hospitalización, y entre el 21 % y el 54 % corren el riesgo de ver reducida su esperanza de vida. Durante la pandemia de COVID-19, los adultos mayores representaron el 49 % de las muertes en Colombia, con una mortalidad significativamente mayor en aquellos de más de 70 años.
Ante esta realidad, es crucial que los adultos mayores y sus familias adopten medidas preventivas para proteger su salud respiratoria. Evitar el contacto con personas enfermas, mantener una buena higiene de manos, desinfectar superficies y estar al día con las vacunas son pasos fundamentales para reducir el riesgo de contagio. Además, aquellos con enfermedades crónicas deben manejarlas con especial cuidado para evitar complicaciones graves.
Reconocer los síntomas de una posible enfermedad respiratoria y buscar atención médica oportuna es vital. La tos persistente, la dificultad para respirar y la pérdida de peso sin causa aparente son señales de alarma que no deben ignorarse. En una sociedad en envejecimiento, garantizar que las personas mayores vivan más tiempo con buena salud no solo beneficia a los individuos, sino que también fortalece a la sociedad en su conjunto.