Yudy Bedoya
Por Laura Montoya Carvajal
Yudy Bedoya tuvo su primera hija hace 7 años. Toda la expectativa, la luz que trae un bebé y las ganas de sentirla y alimentarla, se le volvieron un vacío y una tristeza inexplicables. Como estaba aun en el hospital San Vicente, donde dio a luz, su comportamiento no pasó inadvertido: los especialistas en salud mental evaluaron su depresión súbita, y con el tiempo, la diagnosticaron como paciente con trastorno afectivo bipolar, o como se conoce también, enfermedad maniacodepresiva.
Esta enfermedad no es una simple variación ligera del estado del ánimo: en este caso, el cuerpo y sus funciones se alteran violentamente, llevando a los pacientes a un desequilibrio anímico que sin el tratamiento adecuado, se vuelve crónico, degenerativo y, probablemente, letal.
Por un lado, está la fase de la depresión honda que afecta el apetito, el sueño, las relaciones interpersonales y la vida laboral. Los pacientes bipolares sin tratamiento, explica el doctor Carlos López, jefe del departamento de psiquiatría de la Universidad de Antioquia y coordinador del Grupo de Investigación del mismo departamento, tienen un 25% de probabilidad de intentar suicidarse.
Carlos López Jaramillo
Por otro, una exaltación abrupta que cambia también los hábitos de la persona, haciéndola enérgica, alegre en exceso, fuera de lo normal. Por supuesto, explica el doctor, son estados del ánimo causados por una patología que como cualquier otra, debe tratarse.
López explica que el cerebro es un órgano que como los demás, a veces no funciona bien. “La creencia era que el cerebro estaba totalmente bajo nuestro control”. Ahora, agrega, es importante identificar las actitudes patológicas para ponerles nombre y procedimiento: “Si una situación anímica no afecta el buen funcionamiento del cuerpo, es probable que no sea patológica. No todos los comportamientos inadecuados son trastornos mentales”.
Yury, al principio, no lo creyó. Pensó que no iba a necesitar los medicamentos, porque nunca tomaba “ni una Aspirina”. Tuvo así su primera recaída, 7 meses después de su diagnóstico. En esta enfermedad, cada crisis representa una degeneración, y cada vez puede ser peor. Esto le dio conciencia de su condición.
No son solo los medicamentos: en el trastorno, la falta de sueño y de ejercicio, el estrés y el abuso de alucinógenos, facilitan su desarrollo. Estos factores también lo causan, pero lo cierto es que la bipolaridad viene en gran porcentaje, afirma López, de las predisposiciones genéticas. Es hereditaria.
En Colombia, un 2% de la población padece de bipolaridad clásica, y en Antioquia, el porcentaje asciende a un 10%. El psiquiatra explica que algunas regiones de este departamento, son zonas aisladas genéticamente donde la endogamia, o reproducción humana entre la misma comunidad, raza o familia, favorece que las enfermedades asociadas a la genética se manifiesten más frecuentemente.
Por esto, el Grupo de Investigación de Psiquiatría es líder en Latinoamérica en el trabajo con este trastorno. Recientemente, a propósito de la celebración del primer Día Mundial del Trastorno Bipolar, el grupo presentó un hallazgo científico que hará más efectivo el tratamiento a través de un examen previo a la medicación, que determinará algunas condiciones genéticas relevantes para tomar la decisión de utilizar Litio.
Yudy antes era secretaria: ahora vende accesorios y calzado por catálogo para evitar someterse al estrés y los horarios. Asiste a grupos donde les explican a quienes tienen enfermedades mentales la importancia de reconocer su condición, que en muchos casos es estigmatizada e invisibilizada. “Quiero que mi hija sepa que su madre es un apoyo para ella, a través de cuidarme y controlar la enfermedad, de forma que no sea un obstáculo para mí”.