El grabado en Antioquia, historia en una línea introspectiva

Esta es una exposición de reconocimiento y hallazgos. Hay más de doscientas obras de 82 artistas que han tenido en el grabado una manera de expresarse. Está en el Museo de Antioquia hasta el próximo 5 de agosto.

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Caminar las salas en las que se exhiben las obras que hacen parte de la exposición La línea introspectiva: Hacia una historia del grabado en Antioquia, implica ahondar en el corazón de lo que ha sido la presencia de esta técnica en los procesos plásticos. En ella hay humanidad, hay estéticas que marcan pautas y convocan momentos históricos; en ella hay una polifonía que invita a ser escuchada desde las búsquedas de esos artistas que, a través del grabado, han tenido una voz propia.

El curador es el artista, profesor y gestor cultural Armando Montoya. Él recuerda que a finales de 2022 lo invitó el Museo de Antioquia para hacer la curaduría de esta exposición que estaría abierta durante el homenaje, en 2023, al maestro Aníbal Gil, con la idea de mostrar su legado. La verdad, la muestra de las piezas del maestro Gil creció tanto, con su donación de 347 obras al Museo, que se decidió hacer en 2024 la exposición sobre la historia del grabado en Antioquia.

Un trabajo que implicó el rastreo inicial en las colecciones del Museo de Antioquia, el Museo de Arte Moderno de Medellín y el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia. Revisión, lecturas, verificación; rigor, conocimiento y sensibilidad en la selección se unieron en Armando al gusto de hacer esta muestra, un reto para él, quien, además, ha tenido en el grabado un medio vital de su propia expresión.

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Armando señala que esa búsqueda lo condujo a hallazgos en nombres, experiencias plásticas y uso de técnicas. Más adelante, visitó algunos talleres de artistas que están por fuera de las colecciones, hasta configurar la muestra que se tiene hoy.

Hay memoria e indagación. Hay nombres como el de Yomaira Posada, maestra de muchos, que vivió por varios años por fuera de Colombia y que tiene una obra de relevancia, muy desconocida. O el de Rodrigo Barrientos (1931-2013), maestro de la xilografía, quien vivió por varias décadas en Francia.

Tres momentos ayudan a descubrir lo que ha sido la práctica formal y conceptual desde la gráfica. Maestros como Aníbal Gil, Carlos Correa, Jorge Cárdenas, Luis Eduardo Vieco Ortiz, Ignacio Gómez Jaramillo, Francisco Valderrama, Augusto Rendón, dan la bienvenida a los antecedentes. Un segundo momento invita a revisar los setenta y ochenta del siglo pasado.

Se observan propuestas, entre otros, de Ángela María Restrepo, Fabián Rendón, Luis Fernando Mejía, Félix Ángel, Óscar Jaramillo, Javier Restrepo, Ricardo Peláez, María Teresa Cano y Armando Montoya. La exposición culmina con la década del noventa del siglo pasado hasta el siglo XXI. Carlos Marín, Male Correa, Juan Luis Mesa, Edith Arbeláez y Beatriz Jaramillo, entre otros, dan luz a este recorrido.

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Es interesante observar las temáticas. Están las situaciones políticas de Colombia y el mundo, la huella de la violencia, la mirada sobre el paisaje (cuando se cuida o se mancilla); están el cuerpo, la casa, la urbe. Están lo íntimo y lo privado. Está lo colectivo. Hay obras habitadas por la sátira política y el humor. Podemos hacer un zoom al interés de Gloria Escobar, que propone un grabado menos tóxico que logra gracias a una investigación que mezcla conocimiento de la técnica y su interés por lo que la naturaleza le ofrece como fuente o medio.

En la muestra de cuidadosa curaduría, se leen textos que ayudan a entender esta historia de más de cien años. Hay fichas dedicadas a los maestros, a las escuelas, a las técnicas.

Se destaca lo que han significado los talleres o colecciones como la de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. Se llama la atención sobre el Grupo Grafito, integrado por Gloria Posada, Ana Arango, Alejandra Gaviria y Carlos Uribe, con sus intervenciones / impresiones con tinta de serigrafía en las calles de Medellín tocadas por hechos de violencia.

Aguafuerte, aguatinta, punta seca, linóleo a la plancha perdida; lo académico se suma a lo experimental. No hay límites para el grabado, con esa reflexión que implica su práctica, con esa alquimia que encierran sus procesos, en los que no siempre se sabe qué pasará al final en esa impresión en el papel que muestra una verdad. Otros se han dejado permear por nuevas tecnologías, como la impresión digital, tan válida como las técnicas tradicionales.

Hay muchas resonancias. Un diálogo entre artistas y sus obras múltiples que se proyecta a los espectadores. Hay en esta exposición un pasado y un presente, una línea introspectiva que posibilita, también, pensar en el futuro de una técnica muy viva, propicia para estos tiempos.

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