“Velorio” es una acuarela sobre papel, realizada por Rafael Sáenz en 1944. Dentro de las dimensiones relativamente reducidas de esta pintura, de 47,5 por 62,5 centímetros, el artista logra incluir un amplio grupo de figuras y desarrollar una escena que, a pesar de la sensación de silencio que impone el tema fúnebre y del predominio del color negro, ofrece vitalidad y variedad de gestos y actitudes.
Llama la atención que las 16 figuras que representan personas vivas sean todas mujeres porque, evidentemente, no puede tratarse de una mera casualidad sino de un asunto intencionalmente buscado por el artista con un propósito significativo.
En el mismo orden de ideas resulta claro que el pintor presta una especial atención a los detalles. Así, al contrario de lo que podría suponerse, es posible distinguir una gran variedad de trajes, de sombreros y de situaciones que van desde las mujeres que lloran y rezan dobladas junto al féretro, pasando por las que mantienen una postura hierática, hasta las que se entretienen en una conversación que da la espalda al difunto o se desentiende de él. Y no menos llamativo es que la obra se detenga en la acción de abrir las cortinas que realiza, atrás, la figura más distante.
Parecería que no ocurre nada y, sin embargo, la escena puede estar cargada de sentido. Se trata, por supuesto, de un evento que se desarrolla en el marco de la cotidianidad, como un verdadero cuadro de costumbres en el cual, a través de lo que se presenta, descubrimos la totalidad del acontecimiento. Más allá de lo que vemos estarán los hombres, quizá dedicados a conversar y a beber, mientras las mujeres rezan, lloran y se acompañan. Tal vez la presencia de las mujeres y la ausencia de los personajes masculinos insinúa los estereotipos de comportamiento aceptados por la sociedad de entonces.
Con frecuencia consideramos que las obras artísticas se dedican, o bien a crear una reproducción de lo real, o bien, en el arte abstracto, a generar unas formas independientes de ello. Pero una obra como “Velorio”, de Rafael Sáenz, puede llevarnos a comprender que la relación entre arte y realidad es más compleja.
No se trata nunca de una simple copia. Por el contrario, la creación artística manifiesta una experiencia de la realidad que se analiza e interpreta en la obra, al mismo tiempo que ésta discute sus propios recursos, formas y procedimientos. Sáenz no imita un velorio; lo que hace es reflexionar sobre su mundo y su tiempo y confrontar las posibilidades de la pintura para dar cuenta de su interpretación.