Por Laura Montoya Carvajal
El año inició para Juan José Mejía con dos grandes noticias. Una, que los electrodomésticos ya podrán ordenar automáticamente sus propios suministros, como café y comida para perro, y dos, que su empresa de software está cumpliendo 30 años.
Ambas sorprendentes. Ilimitada S.A.S nació de un joven Juan José que no sabía qué estudiar, y que en 1977 se aventuró a entender cómo funcionaban los computadores en una academia del Centro.
Para 1978 ya estaba cursando su pregrado en Eafit y más adelante trabajando en Coltejer, donde separaba el papel carbón de las copias de informes y se los entregaba a todas las dependencias. Al contrario de sus compañeros, que usaban una o dos veces al semestre el computador de la universidad, él tenía uno a su lado todos los días.
La carrera terminó y el ingeniero se dedicó a enseñar VisiCalc (la primera hoja de cálculo) en un club de computadores personales.
En 1986 viajó a Estados Unidos y asistió a una feria de computadores, donde un día se sentó a almorzar con un hombre que resultó ser Dan Bricklin, el creador de la hoja de cálculo, “el mayor genio de la época”, dice.
Y la conversación fue una revelación: Bricklin trabajaba en un IBM AT con lenguaje Pascal. “Uno de los genios más grandes de este mundo trabaja en el mismo computador y lenguaje que yo. En el software no soy del tercer mundo: voy a fundar una compañía”, pensó Juan José de vuelta a su país.
Ese mismo año creó Ilimitada, con la idea de ofrecer software a las pequeñas y medianas empresas, de forma que automatizaran sus procesos empresariales en computadores personales. Nadie le entendía qué estaba vendiendo. “Usé el símil de la cocina: el hardware es el fogón, el software es la receta y los ingredientes son los datos”.
Que le creyeran fue su primer reto. Después, la explosión tecnológica del 2000 obligó a cambiar procesos, equipos y formas de proceder. Y ahora, la transformación de los modelos de negocio y la competencia lo reta a continuar vigente para sus 60 mil usuarios diarios.