A Raquel Zorzaya, los 26 años que lleva en Medellín no le han logrado cambiar el swing de su acento cubano, ese hablar rítmico y sabrosón que ella también convierte en música. Y afortunadamente, porque gracias a que Raquel conserva su esencia caribeña es que podemos disfrutar de su repertorio de sones y boleros legendarios.
Nació muy cerca de Santiago de Cuba, y eso, para una artista, es definitivamente una impronta. “Soy de donde nacieron el son y el bolero, y para mí es como una obligación hacer las cosas bien. Esa es mi responsabilidad, ser acá la abanderada de esa música”. Después de graduarse en Licenciatura en Música, en el Instituto Superior de Arte de La Habana, Cuba, Raquel empezó a buscar su camino cantando boleros en el Cabaret Tropical, en los años 90.
“Yo estudié canto lírico, pero puse lo mejor de la técnica en función de lo que me gustaba hacer, que era la música popular”.
Con la ayuda del gran productor cubano Jorge Rodríguez, que le recomendó “ir a las raíces”, se dedicó a investigar a las grandes intérpretes de su país. “Fui muy estudiosa y respetuosa de todo lo que veía y oía. Después me dije: ‘ahora sí estás lista para ser tú’; ya podía decir que tenía una identidad y una voz como cantante”. En esa época conoció y tuvo el privilegio de compartir escenario y grabaciones con Omara Portuondo, quien la invitó a participar en dos temas del CD La novia del feeling (Y tú qué has hecho y La cumbancha). Eso fue en 1997, y, un año después, ya Raquel estaba echando raíces en Medellín.
“La compañía Discos Fuentes me había invitado varias veces a grabar en esta ciudad, y ahí me fui amañando y me fui quedando”, cuenta Raquel. Aunque aún conserva una casa, lazos familiares y amigos en Cuba, Medellín le ha robado el corazón:
“Es que acá el clima es divino, y la gente es demasiado especial, cercana; y no lo digo por echar flores, como dicen ustedes”.
Con su esposo, que es productor musical, encontró la posibilidad de abrir camino en el ámbito cultural: “Cuando llegué acá, en el 98, había muy poquitas mujeres cantando en la ciudad. Yo iba a los shows en La Tranquera, y las cantantes con las que compartía no eran de Medellín”. Y ese camino la ha llevado ya a más de 13 producciones discográficas, siete temas grabados con el famosísimo Fruko -Julio Ernesto Estrada-, y una buena cantidad de premios y reconocimientos.