Hace unos días, alguien cercano me mostró un video que le habían hecho con inteligencia artificial; vaya sorpresa la mía cuando le di play y comenzó a sonar. Evidentemente, era esa persona hablando perfectamente en francés, idioma que ni siquiera hablaba. Más allá de decir: Bonjour, merci y baguette. El video, a simple vista, era absolutamente real; ahora, si revisaba en detalle, era fácil identificar que, cuando hablaba, la boca no se movía al mismo tiempo que las palabras que estaba diciendo; aun así, se veía sumamente real.
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Luego de ver este video, y la rapidez en la que se está desarrollando la inteligencia artificial, me abordaron varias preguntas, entre esas: ¿cómo vamos a identificar si lo que vemos es realmente verdad?, o ¿cómo tener la confianza de que lo que lees o ves no es algo ficticio y tener la responsabilidad de buscar las fuentes antes incluso de comenzar a compartirlo?, ¿cómo las empresas deberán comenzar a generar confianza en sus usuarios y que realmente creamos lo que nos comunican?
Y es que, en la era digital, la confianza se ha convertido en un activo invaluable, porque, definitivamente, en ningún otro momento de la historia ha sido tan crucial poder confiar en las tecnologías que utilizamos diariamente, y saber que con el uso de las mismas mejoramos nuestra productividad, ahorramos tiempo, y logramos sacar proyectos que en otro momento quizás veíamos impensables. Porque desde las transacciones financieras hasta la comunicación interpersonal, la tecnología se ha infiltrado en cada aspecto de nuestras vidas, transformando fundamentalmente la forma en la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con el mundo.
No hay lugar a dudas que la confianza y la tecnología están intrínsecamente entrelazadas. La confianza es el pegamento que sostiene las relaciones humanas, y la tecnología actúa como el medio a través del cual se construyen y mantienen estas relaciones en el mundo digital. Pero, ¿cómo llegaremos a construir la confianza en un entorno donde las interacciones son mediadas por algoritmos y plataformas digitales?
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En primer lugar, la transparencia juega un papel crucial en la construcción de la confianza en la tecnología. Cada uno de nosotros deberá comprender cómo funcionan las tecnologías que utiliza, cómo recopilan y utilizan los datos y qué medidas se están tomando para proteger nuestra privacidad. Por otro lado, la seguridad es otro pilar fundamental en la relación entre la confianza y la tecnología y deberemos sentirnos seguros al utilizar tecnologías digitales, sabiendo que los datos están protegidos de delitos informáticos. Por esto, las empresas deben implementar medidas de seguridad robustas y estar preparadas para abordar cualquier brecha de seguridad de manera efectiva para mantener la confianza en nosotros: sus usuarios. En última instancia, la confianza en la tecnología es un proceso continuo que requiere un compromiso constante por parte de las empresas y los usuarios.
En resumen, la transparencia, la seguridad y la ética son fundamentales para construir y mantener la confianza en las tecnologías que utilizamos y serán pilares que no podremos descuidar. Al fomentar un entorno de confianza, podemos aprovechar al máximo el potencial transformador de la tecnología para crear un mundo más conectado e inclusivo.
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En última instancia, cultivar la confianza y la ética en la tecnología no solo es un imperativo moral, sino también el cimiento sobre el cual construimos un mundo digital más humano y sostenible; así es que, amanecerá y confiaremos.